cine
Tebeos en movimiento
El estreno de la nueva cinta de Astérix nos invita a reflexionar sobre la muy distinta influencia que las viñetas tienen en el cine francés y español
hilario j. rodríguez
Diferenciar entre tebeo y cómic o entre cómic y novela gráfica puede convertirse en una tarea titánica aunque uno sea consciente de las diferencias existentes entre una viñeta de El Roto, las aventuras de Mortadelo y Filemón, y la serie Paracuellos de Carlos Giménez. ... Cualquier división taxativa acabaría pareciéndose más a un producto de la imaginación, como el relato El lenguaje analítico de John Wilkins de Jorge Luis Borges, que de cualquier categorización científica. Sabemos, no obstante, que España es un país de tebeo y que Estados Unidos es un país de cómic. Pero ¿dónde colocar a Francia en este tinglado?
Los dibujantes de tebeos suelen tener una prodigiosa capacidad inventiva
Un dibujante como Albert Uderzo y las adaptaciones cinematográficas que se han hecho de Astérix y Obélix, sobre todo su versión 3D Astérix y Obélix: Al servicio de su majestad (2012, Laurent Tirard), están en territorio de nadie porque combinan a partes iguales ciertas dosis de infantilismo, ciertas partes de rigor histórico y ciertas partes autobiográficas que, mezcladas, bien podrían dar forma a una nueva concepción de los dibujos secuenciados y con fines narrativos. Los franceses tienen esa capacidad para adentrarse en casi cualquier disciplina y confundirnos: a menudo no es fácil discernir si deberíamos tomarlos más en serio o más en broma , ahí están Jacques Lacan, Georges Perec, Léos Carax o el dibujante Jean Giraud (autor de series tan antitéticas como El Incal y Teniente Blueberry) para demostrarlo.
España hiperbólica
En el terreno de las historias gráficas, donde cabría incluir cualquier categoría relacionada con los tebeos y los cómics, España nunca ha hecho alardes intelectuales de ningún tipo, dejando en manos de los posibles lectores la interpretación de las aventuras de los hermanos Zipi y Zape o el capitán Trueno. Algo así ha facilitado la tarea de cineastas como Luis García Berlanga, Fernando Fernán Gómez, Javier Fesser, Álex de la Iglesia, Pablo Berger, Santiago Segura e incluso Pedro Almodóvar, que no han tenido que rendirle cuentas a nadie pese a proponer en la mayor parte de sus películas una visión caricaturesca de nuestro país, en la misma medida en que pintores como Francisco de Goya y Francisco Gutiérrez Solana o escritores como Miguel de Cervantes y Camilo José Cela propusieron una perspectiva distorsionada (y caricaturesca) de nuestro país.
El cine español no utiliza sus referentes como modelos de explotación mercantil
Y por caricaturesca no me gustaría sugerir nada peyorativo sino todo lo contrario: una visión hiperbólica pero justa al mismo tiempo, infantil pero madura, despiadada pero sensible… Al fin y al cabo, los españoles siempre hemos sido unos expertos en hacernos daño a nosotros mismos , sin otro afán que defender lo que somos quizás porque ni siquiera a estas alturas acabamos de entenderlo.
Muchas de las novelas que nos representan en el contexto de la cultura universal (sin ir más lejos, Don Quijote) se cuentan como un tebeo pero se leen como algo más. Eso mismo sucede con obras del calibre de Huckleberry Finn, Almas muertas, Madame Bovary y tantas obras maestras que Vladimir Nabokov consideraba fábulas , que para él era el rango al que debía aspirar toda obra con pretensiones de sobrevivir al paso del tiempo.
Una peculiar visión del mundo
Desde un punto de vista cinematográfico, las cosas no son tan sencillas. Algunas de nuestras obras maestras más caricaturescas, como Plácido (1961, Luis García Berlanga ), El mundo sigue (1963, Fernando Fernán Gómez) o Furtivos (1975, José Luis Borau), apenas han tenido repercusión fuera de nuestras fronteras , c omo si solo fuesen capaces de hablarnos a nosotros y a nadie más . Sin embargo, no creo que haya muchos espectadores españoles que vean los cartoons del Coyote y el Correcaminos o los de Bugs Bunny y el Pato Lucas como otra cosa que meros entretenimientos, cuando en realidad encierran una despiadada visión de Estados Unidos, del consumismo, la fama, la egolatría, la irresponsabilidad, el odio, la envidia…
España es un país de tebeo y Estados Unidos un país de cómic
Por regla general, los dibujantes de tebeos y cómics suelen tener una prodigiosa capacidad inventiva desde un punto de vista visual y una no menos prodigiosa sensibilidad surrealista, que les permite establecer una peculiar visión del mundo. Ese control sobre el espacio es más asumible en el papel en blanco que en el espacio escénico, por eso algunas versiones cinematográficas de clásicos como Tintín o Astérix y Obélix nos resultan tan chirriantes. Muchos cineastas españoles parecen haberse dado cuenta de ese problema, de ahí que sus películas tengan rasgos de los tebeos pero que no adapten ninguno en particular , como sería el caso de El milagro de P. Tinto (1998, Javier Fesser), la serie Torrente de Santiago Segura o La comunidad (2000, Álex de la Iglesia), donde los trabajos de Ibáñez o Escobar se interrelacionan con naturalidad con programas televisivos actuales, sin que eso merme la capacidad creativa de los directores de esas películas.
En ese sentido, los cineastas españoles se distinguen de los franceses y estadounidenses en que no utilizan sus referentes como modelos de explotación mercantil (algo que sí sucede con Astérix en Francia) ni como modelos de afirmación estética e ideológica (como hizo Steven Spielberg con Tintín , a quien colocó en un universo similar al de Indiana Jones ), conformes con utilizarlos como punto de partida para expresarse ellos mismos.
Ni vuelan ni salvan a la chica
Hace unos años, en una entrevista, Javier Fesser me confesaba que «me gustan más Mortadelo y Filemón que Spiderman porque se parecen a mí, ellos ni vuelan ni salvan jamás a la chica, y cuando alguien les da un diploma es el de la vacuna contra la viruela ; aunque son un poco desastrosos, también son bastante más sinceros y reales».
No creo que muchos vean en Bugs Bunny una visión despiadada de EEUU
Para él, como para algunos cineastas españoles y extranjeros, en los personajes de los tebeos están magistralmente descritos los sentimientos que muchas películas adultas no consiguen describir ni por asomo, posiblemente porque ser adulto supone renunciar a muchas cosas mientras que ser niño (o tener una sensibilidad infantil) proporciona una infinita libertad , algo de lo que jamás podría presumir una película como Astérix y Obélix: Al servicio de su majestad , donde ni sus personajes ni sus actores adquieren un brillo propio seguramente porque los responsables de la película sólo aspiraban a servirse de ellos para sacar buenas ganancias pero no para expresar su peculiar visión de las cosas.
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