Sí, pero...
El Auditorio Nacional de Madrid celebró el Día internacional de la Música con emociones fuertes. Ha sido un acierto el monográfico «Beethoven» y los precios económicos para que en la respuesta masiva del público se haya determinado una afición cara al futuro, sobre todo entre los muy jóvenes. Y en el maratón acometido por el maestro López Cobos ha tentado mucho la competitividad, algo que trajo a la memoria las disputas virtuosas de los intérpretes más dotados técnicamente, un estímulo de melómanos que poco a poco se van decantando por quienes serán sus cantantes e instrumentistas favoritos. La jornada intensiva del sábado no podía estar al margen de un fenómeno donde los intérpretes pueden ser más aplaudidos que la propia música. ¿Establecemos un parangón con los deportistas actuales, que acuciados por una victoria a la desesperada y sobrevalorados por los medios se distancian de la propia satisfacción del deporte? Un protagonista es de veras protagonista si no es más importante que la propia tarea que realiza. Soy consciente de que lograr esto es muy complicado ante un público que no sólo confía en sus artistas, sino que además les exige, dificultad que se incrementa en medio de un gran reto. Yo creo que por encima de cualquier otra cosa la música debe sosegar el ánimo, desarrollar la inteligencia y contribuir al progreso de los pueblos.
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