Antonio Varo rinde sus «sueños incumplidos» ante la Señora
Pide a la Virgen de los Dolores una Semana Santa «sin aplausos» y con mejor actitud
JOAQUÍN DE VELASCO
Los «sueños incumplidos de cofrade», inalcanzados durante toda la vida. Esto fue lo que Antonio Varo, cofrade de la Misericordia y colaborador de ABC, puso a los pies de Nuestra Señora de los Dolores en la exaltación que ayer pronunció ante sus plantas.
El pregonero ... comenzó solicitando la venia a Jesús Sacramentado. Empleando siempre el tratamiento de «Vos» para dirigirse a María, repasó los recuerdos de su infancia y su primer acercamiento a la Virgen de los Dolores. Rememoró su candorosa impresión al descubrir las palomas de su manto, sobre su trono preparado para dirigirse hacia la Catedral la víspera de su coronación canónica, y la mirada de un anciano desde la ventana enrejada del asilo.
De forma entrañable, recordó su adolescencia, con la presencia cotidiana de la Dolorosa coronada en todos los ámbitos de la ciudad. Reivindicó además el Viernes de Dolores en San Jacinto como fidedigno cartel anunciador de la inminencia de la Semana Santa, en una época en la que la jornada carecía de otras actividades cofrades que hoy proliferan, «surgidos al calor del día tradicional» de la Virgen de los Dolores, y que aprovechan su «efervescencia espiritual».
Apelando a la «omnipotencia suplicante» de la Madre de Dios, imaginó cómo la noche del Viernes de Dolores la Virgen repasaría los miles de agradecimientos y solicitudes de intercesión que recibiría, y no dejaría ninguna sin respuesta. Añadió el pregonero sus peticiones personales, en las que rogó que no alterase el tiempo la esencia y la estética de la hermandad, y que concediera al conjunto de cofradías cordobesas la suficiente fe y formación para constituir auténtico testimonio cristiano.
En el tramo final de su alocución, el exaltador manifestó a María Santísima sus sueños cofradieros incumplidos: una Semana Santa madura, «sin aplausos» extemporáneos ni exclamaciones impropias, llena de nazarenos, en la que la Córdoba viviera intensamente la Pasión y una sustitución de capataz fuese una cuestión interna e intrascendente. Concluyó con una poesía dedicada a la Virgen, del literato Charles Péguy.
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