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La picaresca en España

MANUEL LEÓN VEGA

No es de ahora, y lo que te rondaré morena. En España, el calificativo de pícaro, alcanzó su máximo esplendor en el siglo de Oro de la literatura, periodo que se inicia con el Renacimiento en el siglo XVI, y continúa con el Barroco en el siglo XVII. En este periodo de la literatura española surgen las novelas picarescas, donde el personaje principal es el pícaro.

Analizando el contenido de estas obras, descubrimos que la máxima aspiración de un pícaro era la mejora de su condición social, y, para ello, empleaba su astucia poniendo en práctica procedimientos ilegítimos como lo son el engaño y la estafa. Y lo más destacable es que el pícaro vivía al margen de la ética y de la honra, demostrando, siempre, una mala conciencia.

El pícaro era determinista: aunque intentaba mejorar, siempre fracasaba, siempre era pícaro. Por lo general, actuaba influenciado por lo que veía en una sociedad hipócrita y poderosa, condiciones, estas, que le influyen poderosamente al ver que esa sociedad no daba buenos ejemplos en sus formas de ser.

La realidad no era como tendría que ser, por eso, el pícaro, se nutría de los aspectos desagradables que desencadenaban la falta de idealismo que él, los capta como burla o desengaño. De ahí que el pícaro fue fruto de multitud de dicotomías, destacando, entre ellas, el poder y la fama frente a la miseria y el desprestigio.

El pícaro encontró un caldo de cultivo apropiado para su proliferación en esa época de decadencia moral y económica, época de degeneración y corrupción. Época donde surgió la figura de monipodio, un personaje admirado y querido, y, a su vez, temido, personaje que controlaba las cofradías del hampa y de la mafia donde los rufianes tenían su propia jerga, conocida, en aquellos tiempos, como germanía, término de origen catalán.

Esto fue así, y como se puede comprobar, la picaresca, en España, se ha transmitido de generación en generación. De casta le viene al galgo.

Si el PP y el PSOE, juntos, unidos y al unísono, no son capaces de solucionar este endémico y grave problema, donde los pícaros actuales se creen que los demás se chupan los dedos, pícaros que les importa un comino los seis millones de parados, pícaros que les importa un bledo que más de un 26% de la población esté sufriendo las atroces consecuencias de la indigencia, nuestra España actual seguirá sufriendo, y dejaremos sufrimiento a las futuras generaciones. ¡Basta ya de ese relativismo del qué más da, me da lo mismo!

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