Los lectores en Cataluña crecen un 3,4% pero la compra de libros cae un 4,3%

Porque, según recoge este estudio elaborado por Conecta, el número de lectores en Cataluña creció durante 2013 en un 3,4% y la frecuencia lectora se incrementó en un 3,2%, pero la compra de libros sigue a la baja y registró en 2013 una caída de casi cinco punto s respecto a 2011.

Así, mientras que en 2011 el 47% de los encuestados aseguraba que haber comprado el último libro que había llegado a sus manos, en 2013 la cifra se rebaja hasta el 42,7%, cifra ligeramente inferior también al 44,5% de 2012 . «Aumenta el hábito de lectura pero baja el negocio del libro. Hay que ver hasta qué punto baja por la piratería o se trata de una sustitución natural», ha constatado Daniel Fernández, presidente del Gremio de Editores de Cataluña.

Se lee más, sí, pero se compra menos, por lo que aumenta el préstamo bibliotecario y, sobre todo, el consumo en soporte digital. De hecho, la multiplicidad de pantallas y recursos es la que favorece que el número total de lectores crezca, aunque también arroja uno de los datos más preocupantes del estudio: un 77% de los encuestados asegura obtener «siempre de manera de gratuita» los libros digitales que consume. Es más: solo el 9,7% reconoce «pagar siempre» sus libros electrónicos. Un nuevo dato para hacer saltar las alarmas y alimentar las brasas de una piratería que sigue causando estragos. «Si se pagase por solo la mitad de los e-books que se consumen de forma gratuita, la caída del libro físico se habría amortiguado», ha señalado Fernández.

El estudio también señala que el número de l ectores habituales en catalán crece ligeramente y el 89,1% de los encuestados asegura poder leer un libro en catalán sin necesidad de un diccionario. Aún así, el castellano sigue mandando en la librería y, frente un 22,1% que asegura leer habitualmente en catalán, un 77,9% lo hace habitualmente en castellano. Por su parte, el 55,4% lee ocasionalmente en catalán, según el informe. Unas diferencias que, según Fernández, se explican por la gran diferencia entre el volumen producción editorial en castellano y en catalán y por la variabilidad de los hábitos de lectura según los segmentos de edad.