BABILONIA EN GUAGUA
Pobre de mí
Todavía el Gobierno de Canarias tiene fe en que la modificación del REF resucite la construcción
En estos días azules de julio se entona de nuevo el «Pobre de mí», tradicionalmente tatareado por los pamploneses y en esta ocasión entonada -con mucho pesar- por el resto de babilonios patrios. Una situación lastimera que corroe nuestra piel, mente y espíritu que por lo general achacamos principalmente al factor económico; ya sea deuda pública o burbuja inmobiliaria. Desde esta guagua seguimos pensando que la crisis económica no es el único detonante para este final de ciclo. A la consabida excusa desde finales de 2007 se le suma una crisis ético-existencial e intelectual a partes iguales que arrastra desde mitad del siglo XX. Quizás sea por ello muchos políticos de ahora insistan en medidas del siglo pasado para afrontar un reto del siglo XXI o de reglas sacadas de las instrucciones del algún viejo Monopoly. Sólo así se puede explicar la extraña ineficacia del país.
Lo de jugar a la economía como quien juega a las casitas se va a acabar. Los hombre de negro, de gris o de Raticulín posiblemente pongan encima de la mesa no solamente las verdaderas cuentas del país, sino que nos preguntarán a qué demonios hemos estado jugando en estos años. Una economía demasiado enamorada de una casta política. Así surgían bancos -como hongos - que prestaban dinero a amigos promotores que eran amigos a su vez de cargos políticos, que fabricarían con un interés de fácil acuerdo para todas las partes. Menos para el contribuyente que ahora ya se sabe cuál es la parte que tiene que poner. Consejos de administraciones de cajas plagada de cargos políticos de todos los colores -también encarnados- que dilapidaron en proyectos faraónicos parte de la riqueza patria con excusas varias donde siempre el interés público eximía de toda culpa.
Con esto último se explica la crisis ético-moral y cómo a más de uno manejar dinero ajeno le excitaba de sobremanera sin ningún pudor. Por cierto tampoco en este país ha habido ni una sola dimisión por haber fallado al contribuyente en los últimos años. Tampoco se espera. Lo del pudor aparte de no conocer colores, tampoco conoce de escalas geográficas. Incluso parece que cuanto más acotamos la geografía menos pudor se muestra por centímetros cuadrado. Ya se sabe que el cacique en su finca controla mejor que en el páramo.
Aquí en las Islas Canarias a los hombres de negro se les teme, pero no el sufrido ciudadano que no puede exprimir más su bolsillo sin caer en el abolido término esclavitud; sino los caciques que durante más de veinte años han manejado el dinero que entraba y salía de las islas. Inversiones inútiles en tipos, tiempos y formas. Donde la planificación significaba una licencia de construcción más para la saca -entendemos que erario público municipal- y se generaban auténticas colas en las oficinas técnicas para calificar, recalificar y descalificar lo que hiciera falta en en noble nombre del progreso. Un progreso que pasado el tiempo no significa más que eco, ausencia, ineficacia y basura tridimensional que ennegrece el horizonte.
Caciques que no solamente pecaron de falta de preparación académica, sino que no muestran arrepentimiento cuando lo que se suponía que iba a ser progreso y garante de una generación envidiable se ha convertido en un lastre para las siguientes generaciones. Todavía el Gobierno de Canarias tiene fe en que la modificación del REF resucite la construcción. Oiga ¿y por qué no el tomate, la cochinilla o la exportación de besugos?
Buenos días, y por si no volvemos a vernos: Buenos días, buenas tardes y buenas noches.
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