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El Gobierno islamista no socava el poder del Rey en Marruecos

Una docena de los 31 miembros del nuevo Ejecutivo son, por vez primera, «barbudos»

El Gobierno islamista no socava el poder del Rey en Marruecos EFE

LUIS DE VEGA

A Mohamed VI no le quedó más remedio que aceptar el mensaje de su pueblo en las elecciones del pasado 25 de noviembre. Hastiados de las tradicionales formaciones políticas y subidos coyunturalmente sobre la ola de cambios en el mundo árabe , los marroquíes optaron por el islamismo moderado del Partido Justicia y Desarrollo (PJD).

Su victoria holgada en las urnas obligó al Monarca por primera vez, según la nueva Constitución, a elegir un primer ministro entre los conocidos como «barbudos» al ser la primera fuerza. El martes Mohamed VI presentó un Ejecutivo en el que, además del primer ministro Abdelilah Benkirán, 11 de las 30 carteras son del PJD, entre ellas las de Exteriores y Justicia . Toda una novedad.

Pero que haya un Gobierno con una docena de islamistas y un Parlamento con 107 de 394 de diputados de esta tendencia no rompe el tradicional esquema del poder del país magrebí, que sigue coronado por el Monarca aunque ya no sea considerado una figura «sagrada» por la Consitución. Mohamed VI ha reforzado además su entorno de consejeros y sigue confiando en algunas de las familias fieles a palacio desde la independencia del país en 1956.

La incógnita a lo largo de la legislatura será saber si el nuevo dibujo de la Cámara Baja y del Ejecutivo servirá para reactivar la vida política del país o para que el PJD pase a engrosar la lista de formaciones quemadas que no despiertan más que desconfianza entre los ciudadanos.

El nuevo ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación es el médico Saadedine Othamani, predecesor de Benkirán al frente del PJD. Está considerado como un hombre moderado dentro del partido y es uno de sus rostros más conocidos fuera de las fronteras marroquíes . Othmani tendrá como escudero y número dos a Youssef Amrani , del Partido Istiqlal y gran conocedor de España. Este diplomático tangerino dejó hace seis meses su despacho en el Ministerio de Exteriores marroquí para ocupar en Barcelona la Secretaría General de la Unión por el Mediterráneo (UpM), que ahora ha tenido que abandonar.

Su perfil nada tiene que ver con el hombre que ocupa la cartera de Justicia y Libertades, Mustafa Ramid, uno de los duros de la formación islamista. Este nombramiento ha despertado de inmediato críticas, especialmente entre los jóvenes militantes del Movimiento 20 de Febrero, que se manifiesta en todo el país desde hace casi un año pidiendo más democracia y que obligó a Mohamed VI a reformar la Carta Magna.

Interior y Economía

Mohamed VI ha reservado los Ministerios de Interior y Economía para políticos ajenos al islamismo. En Interior se halla Mohand Laenser, del MP. Al frente de Economía y Finanzas está Nizar Baraka, un hispanófono del Istiqlal que viene del anterior Ejecutivo y que es yerno del primer ministro saliente. El ministro de la Comunicación y portavoz del Gobierno es el hasta ahora director del diario islamista «Atachdid», Mustafa Halfi.

Junto a los islamistas gobiernan en coalición seis miembros del nacionalista Partido Istiqlal (PI), cuatro del Movimiento Popular MP), de raíces bereberes, y otros cuatro de los ex comunistas del Partido del Progreso y el Socialismo (PPS).

Mientras se cerraba la nómina del nuevo Ejecutivo, Mohamed VI reforzaba su entorno con nuevos consejeros. Uno de ellos, Fuad Ali Himma, es su amigo íntimo y enemigo de los islamistas. Otro, Taieb Fassi Fihri, es el ministro de Exteriores saliente y miembro también de una de las familias unidas desde siempre al poder . La presencia en palacio de estos consejeros es interpretada como un contrapeso al equipo de Benkirán.

Es una novedad también la escasísima presencia femenina en el nuevo Ejecutivo, la más baja en el reinado de Mohamed VI. En la foto oficial tomada en el palacio real de Rabat cuesta trabajo encontrar a la única mujer.

La islamista Basima Hakaui, ministra de Solidaridad, Mujer y Familia, aparece casi perdida vestida con su chilaba y cubierta con el «jiyab» en medio del mar de treinta trajes y corbatas. Junto al Soberano preside la instantánea su hijo, Mulay Hasán, de siete años.

El heredero está cada vez más presente en la vida pública de un país que mantiene intactas sus estructuras de poder a pesar del sustancial cambio que supone el ascenso islamista.

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