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UN TIEMPO PROPIO

UNA NOCHE MÁGICA

EXPLICAR, EXPLICAR Y EXPLICAR ICAL

SALVADOR RUS

LA noche del día 6 de enero es mágica en todos los sentidos. Para los niños porque ven cumplidos sus deseos, para los mayores porque comprueban con satisfacción que sus esfuerzos arrancan sonrisas y generan felicidad y para los jóvenes porque consiguen aquel regalo que en circunstancias normales no obtendrían. En definitiva todos felices, todos contentos.

Hace 2.012 años tres Magos siguieron una estrella que se posó en el portal de Belén. Entraron y reconocieron al Niño, se postraron, le adoraron y le ofrecieron lo mejor de sí mismos. Oro para el Rey, incienso para el que es Dios y mirra para quien también es hombre. Los Magos de Oriente manifiestan la universalidad del mensaje que el Niño —Dios hecho hombre— vino a traer a la tierra. En sus rostros de distinta pigmentación, en sus razas y en sus diversas culturas están representados todos los hombres.

Ante la mirada de aquel Niño comparecían sus hijos, los hijos de Dios que son hermanos entre sí. Él no hace distinciones, no discrimina por el color de la piel, las ropas más o menos llamativas, los atributos reales o la sabiduría. Dios sólo cuenta hasta uno, porque cada ser humano que creó a su imagen y semejanza, es único, irrepetible y tiene una historia y una misión que sólo él es capaz de cumplir.

En los Magos encontramos el ejemplo de saber volver por otro camino tras un encuentro gozoso que colmaba la felicidad de todos los que participaron en el evento. Sospechaban que Herodes quería eliminar a un Niño en el que veía la amenaza a su codicia, orgullo y posición. Ellos aprendieron a interpretar los signos y deciden seguir para volver un camino distinto y mejor. Es el camino de la vida cristiana, el mensaje que traía el Niño al que habían adorado. Un camino nuevo alumbrado por la estrella de las enseñanzas de Dios que ha nacido y vivido por y para nosotros. Es el camino del testimonio, del servicio, del perdón y del amor.

La enseñanza de los Magos son muchas. Ellos viven de la sabiduría que le condujo hasta la meta que ansiaban alcanzar. Esa misma sabiduría les llevó comportarse con prudencia y veracidad ante un rey que deseaba engañarlos y utilizarlos. Y, finalmente, su sabiduría les ayudó para entre varias alternativas escoger la mejor para el Niño, ellos mismos y el mensaje que debían transmitir. Los Magos son Reyes en nuestras vidas porque son modelos de comportamiento y porque durante un día nos colman de bienes y alegrías.

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