Severiano Ballesteros perdió su lucha contra el cáncer

En un primer momento (octubre de 2008) el ex jugador estuvo luchando en el Hospital La Paz y superó cuatro intervenciones quirúrgicas. Después, comenzó un largo calvario de sesiones de radioterapia y quimioterapia, que le dejaban muy bajo de defensas y de ánimo. Sin embargo él se esforzaba en decir que se encontraba bien y no dejaba de insuflar esperanzas a todos sus amigos. En este tiempo dedicó su trabajo a promover el desarrollo de su propia Fundación, para que continuase la investigación acerca del cáncer y tratar de aliviar el dolor de los miles de afectados por esta enfermedad en el mundo.

Han sido muchas las actividades que ha desarrollado en este tiempo y en sus contadas apariciones públicas él mostraba el espíritu luchador que siempre le ha caracterizado. El año pasado, sin ir más lejos, insistía en prepararse para jugar un torneo de exhibición en el Open Británico, a pesar de haber perdido la visión en el lado izquierdo y de haber perdido movilidad en ese lado del cuerpo.

Desde la Navidad su estado fue empeorando y ya en los últimos días se esperaba un desenlace inminente. Fue la noche del jueves cuando la situación no tuvo marcha atrás y se decidió ofrecerle cuidados paliativos con sedación , en su domicilio, para aliviarle sus últimas horas de vida.

La noticia del estado terminal de Ballesteros cayó como una bomba en El Prat. Pese a ser una noticia esperada, nadie pensaba que fuera a tener un desenlace tan inminente. Bueno, salvo su gran amigo José María Olazábal, que sabedor de la gravedad del estado del cántabro salió a luchar por el torneo sin decirle nada a nadie. Vivió todo el drama en solitario.

Chema fue a visitarle a Pedreña hace dos semanas y conoció de primera mano la gravedad de la situación. Y el jueves por la noche ya supo de su agravamiento. Pese a ello, haciendo gala de una gran profesionalidad, salió ayer al campo, firmó una tarjeta al par y se aseguró jugar el fin de semana. Sin embargo, al terminar ya se derrumbó. No pudo articular palabra al pensar en su mentor y se fue llorando al hotel. Es más que probable que abandone la competición, pues se pasó toda la tarde colgado del teléfono y aclarando su cabeza.

El resto de los jugadores fueron enterándose a medida que fueron terminando sus recorridos. Aunque por la diferencia de edad la mayoría no habían coincidido en el vestuario con él, todos expresaban su dolor con un denominador común: el reconocimiento de todo lo que Ballesteros había hecho por el golf mundial. Es más, Álvaro Quirós afirmó que «ninguno de los que estamos aquí lo habríamos hecho si no llega a ser por su figura . Yo lamentablemente no he conseguido pasar el corte, pero espero que alguno de mis compañeros que siguen en acción ganen el torneo para poder dedicárselo a su memoria». De momento, los locales Pablo Larrazábal (-7) y Álvaro Velasco (-6) son los mejor colocados detrás de Thomas Aiken (-8).

Precisamente Velasco recordaba que Seve ganó este Open de España en El Prat en 1981, el año de su nacimiento, y prometió poner todo su esfuerzo para honrarle. También jóvenes y sin anécdotas directas que relatar, Pablo Larrazábal y Pablo Martín también estaban consternados. «Siento una gran pena, nunca puedes aceptar un momento así aunque lo esperes. Aunque no le vi jugar en directo, me sé sus vídeos de memoria y los guardaré como oro en paño», relató el catalán; para el malagueño, la experiencia del maestro también tenía un punto personal, ya que «perdí a mi padre el año pasado por cáncer y por eso le doy todavía más mérito a Seve por su lucha contra la enfermedad. Ha sido un ejemplo para todos».

Nacho Garrido, por su lado, reconoció que «Seve fue el ídolo de mi niñez y puedo decir que el padre de todo el golf español. He vivido muchas experiencias junto a él y la Ryder Cup de Valderrama nunca la olvidaré». Incluso el último en llegar, Matteo Manassero estaba roto. «Vi a Seve en Italia cuando yo tenía cinco años y me marcó. Desde entonces era mi ídolo».