Alberto León, destino trágico
Extrovertido y carismático biker, su relación con el dopaje organizado le llevó al suicidio
La frontera de la legalidad se convirtió en un tormento objetivo para Alberto León, el ex ciclista suicida. Antes, a finales de los noventa, firmaba autógrafos por las calles de San Lorenzo de El Escorial y era una celebridad local por sus andanzas como pionero en España de un deporte semidesconocido, el mountain bike. El típico atleta destinado al pregón de las fiestas patronales, mesas redondas y espejo para chavales. Pero a partir de 2006 la gente empezó a cambiarse de acera cuando se cruzaba con él... La visión de las bolsas de sangre en el chamizo de Eufemiano Fuentes, la acusación judicial de que él era el encargado del transporte y almacenamiento de esa trampa, giró la opinión de sus paisanos. Se quitaban de su camino. Y por ahí comenzó el declive que terminó el pasado lunes con su muerte solitaria y valiente. Se ahorcó en la casa de su hermano.
Esa inversión de tendencia de sus conciudadanos, ese cambio de acera, atormentó el carácter de un tipo extrovertido y carismático. Así se lo confesó varias veces a uno de sus antiguos compañeros en el equipo Coronas de mountain bike, Jesús Rodríguez. León empezó a percibirse a sí mismo como invisible. La gente de El Escorial lo evitaba. La exposición de las bolsas de sangre perturba al aficionado por encima de la dimensión ética del dopaje sí o dopaje no.
Alberto León pertenecía a una familia afincada en El Escorial desde siempre. Sus padres, David y Mari Carmen, nacieron allí. También sus hermanos, David, Jorge y Guillermo. Y allí residen su mujer, Sara, con la que estaba en trámites de separación, y sus dos hijos, un niño y una niña de ocho y seis años.
León ingresó con 17 años en el equipo Coronas, una especie de Ferrari de la bici de montaña. Lo hizo después de deslumbrar a todos los participantes del Kaktus, una prueba de resistencia de 200 kilómetros para especialistas. Alberto León se presentó con una bmx (una bici sin frenos) y ganó a los 80 concursantes, cuyas bicicletas de montaña último modelo relucían como soles.
«Era muy bueno»
«Nos dejó boquiabiertos —cuenta Jesús Rodríguez—. Tenía un talento increíble. Era muy técnico sobre la bici y se ganaba a la gente por su carisma. Le gustaba mucho dar saltos, era muy espectacular. Junto a Jaime Salvador, era el mejor junior de su generación». Sus coetáneos dicen que León iba para figura y que su fichaje por el Coronas era la consecuencia lógica por su talento. Y aunque los españoles pintaban poco en el ámbito internacional, sí recibían un salario potente para la época, entre 300.000 y 400.000 pesetas (unos 2.400 euros).
Su compañero entonces Guillermo de Portugal, que luego fue seleccionador español, lo recuerda como «una persona muy alegre y positiva. Siempre estaba de buen humor y daba ambiente al grupo. Se hacía notar y, lo más imporatnte, sabía desconectar y relativizar las cosas. Por eso me ha sorprendido su muerte».
Alberto León fundó una compañía de mountain bike. Eran los Leones. Su familia —padres, hermanos, después su mujer— siempre viajaba con él a las carreras cada fin de semana. Y con ellos, una pancarta que se hizo popular. «Alberto León, con tus piernas, campeón». Los éxitos profesionales del madrileño no fueron, sin embargo, prolíficos. Nunca ganó una prueba de la Copa de España y su mejor colocación fue un segundo puesto en Santiago. «A veces no ganaba por ser demasiado echado para adelante —comenta Jesús Rodríguez—. Era muy bueno subiendo y bajando, y por ese afán de dar espectáculo arriesgaba más de la cuenta».
El León ciclista colgó el manillar en 2005 e inauguró una vida anónima. Trabajó un tiempo en el Decatlhon de Majadahonda (Madrid) como encargado de la sección de ciclismo, y más tarde en una tienda de bicicletas de El Escorial. Más tarde cursó un módulo de Educación Física y trabajó en el Polideportivo Municipal de su localidad.
Pero, mientras tanto, había dado vida a otro personaje al que ninguno de sus conocidos saben como llegó: Alí Babá, el nombre en clave de la red de Eufemiano Fuentes. El transportista de «siberias» (bolsas congeladas con plasma enriquecido), «pienso» (fármacos prohibidos) y «rotuladores» (dosis de EPO). El hombre de confianza de Fuentes que recibía 3.000 euros por su trabajo.
La Guardia Civil siempre tuvo claro que León era el chico para todo de la red y por eso fue imputado por un delito contra la salud pública en la Operación Puerto. Sucedió en 2006. Pasaron cuatro años, y a tenor de las pesquisas policiales, León seguía en el trapicheo del dopaje. También fue imputado en la Operación Galgo del atletismo. Hasta que el pasado lunes, con un matrimonio roto y lo que fuera rondándole por la cabeza, decidió quitarse la vida con un cinturón.
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