Ana Mato: una ministra en el punto de mira desde el principio

Ana Mato llegó al Gobierno de Rajoy tras una vida dedicada a la política y a las tareas de partido. Primero con Aznar y luego como una de las personas de confianza de Mariano Rajoy. Sus compañeros del PP destacaban de ella su labor callada y su gran capacidad de trabajo. Pero esta fórmula, que trasladó al Ministerio de Sanidad, no le bastó para ganarse una fama de ministra eficiente y evitar los ataques de la oposición.

Desde el primer día que pisó el Ministerio de Sanidad, Ana Mato estuvo siempre en el punto de mira de la oposición. No llegaba sin mácula y la sombra de la trama Gürtel la convirtió en presa fácil, hasta convertir su cartera en una de las más convulsas del Gobierno de Rajoy. Incluso se enfrentó a un intento de reprobación en el Congreso cuando se conoció que la Gürtel le financió fiestas y viajes para ella y su familia. Esta medida solo la ha utilizado la oposición esta legislatura con los otros dos ministros polémicos: José Ignacio Wert, de Educación, y Cristóbal Montoro, de Hacienda.

No mejoraron la popularidad de Ana Mato los recortes que se vio obligada a tomar al heredar una sanidad en bancarrota. Puso un copago farmacéutico a los pensionistas , retiró la tarjeta sanitaria a los “sin papeles” y apretó las clavijas a la industria farmacéutica para reducir el gasto en medicamentos . Con estas medidas logró ahorrar 7.000 millones de euros a las arcas públicas.

Su última crisis, la del ébola, tampoco la superó con éxito. Se generó la confianza de la ciudadanía con la repatriación de los dos religiosos infectados de la Orden de San Juan de Dios, pero los fallos de comunicación tras el contagio de la auxiliar de enfermería Teresa Romero la dejaron tocada y quizá hundida. La aversión de Ana Mato por la prensa es bien conocida. Le gustan tan poco las ruedas de prensa y las entrevistas que casi ha hecho más declaraciones en los pasillos del Congreso que en comparecencias públicas. A la secretaria general de Sanidad le ha tocado asumir su papel en muchos encuentros con los periodistas, pero cuando se conoció el contagio de Teresa Romero no pudo eludir su responsabilidad y ahí Mato volvió a fallar. En aquella comparecencia pública no consiguió transmitir seguridad y confianza a la ciudadanía en un momento en el que todo el mundo tenía puesto sus ojos en España, ante el primer caso de ébola en occidente.

La falta de transparencia y los balbuceos en los primeros pasos de la crisis obligaron a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría a tomar las riendas y a crear un comité especial de seguimiento del ébola para dar información puntual y clara poniendo a un grupo de técnicos a la cabeza. Aquello se interpretó como una pérdida de autoridad de Mato y la ministra empezó a ser cuestionada entre sus propias filas. Ella también parecía dispuesta a tirar la toalla hasta que se conocieron los dos contagios en territorio estadounidense. Los casos americanos y la favorable evolución de Teresa Romero hasta su curación dieron un nuevo respiro a la ministra. Mato llegó a decir a sus colaboradores entonces que «algunos tendrán que pedirme perdón cuando todo esto finalice». Pero la Gürtel volvió.