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La Doctrina Social de la Iglesia no ampara el separatismo catalán

Los expertos apuntan que el nacionalismo «no se ajusta a la búsqueda de bien común»

L. daniele

Buscar dentro de la Doctrina Social de la Iglesia argumentos a favor del derecho a la autodeterminación como hicieron el jueves medio centenar de organizaciones y órdenes religiosas catalanas es un error, al menos en el caso concreto de Cataluña. Esa es la conclusión a la que llegan los expertos consultados por ABC.

Si bien el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, hace referencia al derecho a la independencia de los pueblos en el párrafo157, el profesor de Filosofía Moral y Doctrina Social de la Iglesia en la Universidad CEU-San Pablo, Antonio Martín Puerta, explica que «no le compete» a este cuerpo doctrinal «ofrecer soluciones técnicas o políticas concretas».

«Se trata de un conjunto de reflexiones --explica-- que buscan colaborar al bien del hombre y al bien común de la sociedad. La cuestión capital es: ¿Buscan los nacionalistas y secesionistas el bien común o el bien particular?». Para este catedrático, el nacionalismo, tal como está planteado en Cataluña «se desentiende de la solidaridad y acude a la coacción contra quienes no comparten sus principios». «Al no conducir al bien común generarán más perjuicio que beneficio en su propia región», añade.

Proceso de descolonización

En la misma línea, el profesor de Derecho Canónico de la Universidad de Navarra, Javier Otaduy, señala que «no puede aplicarse ese párrafo de la Doctrina Social de la Iglesia de modo unívoco a Cataluña» , ya que el compendio plantea «una cuestión absolutamente genérica» que «fue pensada y escrita en el ámbito sobre todo de la descolonización de comienzos del siglo XX». «Es evidente -apunta- que eso tiene sentido en los pueblos que estaban sometidos a otros grandes imperios y que por tanto podían reclamar su propia independencia. En el caso de Cataluña eso no ha existido nunca como tal».

El magisterio de la Iglesia al respecto es muy amplio. Pablo VI en la encíclica Populorum Progressio (1967) asegura que «el nacionalismo aísla a los pueblos en contra de lo que es su verdadero bien». En 1994, Juan Pablo II fue muy claro cuando el norte de Italia pretendió separarse del conjunto de la nación. «Es preciso superar decididamente las tendencias corporativas y los peligros de separatismo con una actitud honrada de amor al bien de la propia nación y con comportamientos de solidaridad renovada», dijo en un mensaje a los obispos italianos.

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