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cultura

Luján Pérez, la luz de la imagenía canaria en San Martín

Bajo el título «El Hombre y la Obra 200 años después», el espacio ha conseguido reunir 174 obras del imaginero canario

Luján Pérez, la luz de la imagenía canaria en San Martín abc

nadia jiménez castro

El Centro de Cultura Contemporánea San Martín celebra por todo lo alto el bicentenario de la muerte del gran artista de la imaginería en Canarias, José Luján Pérez, en una exposición que ya se perfila como una de esas citas inexcusables de la agenda cultural de Canarias para 2015. Bajo el título ‘El Hombre y la Obra 200 años después’ , el espacio de San Martín ha conseguido reunir 174 obras del imaginero canario entre las que se encuentran las más sobresalientes tallas que salieron de su mano, y de las que podrá disfrutarse durante los próximos cuatro meses.

Custodiadas en su mayoría por las diferentes parroquias a las que pertenecen la mayoría de las imágenes, algunas de ellas están reunidas por primera vez bajo un mismo techo. Detrás de este logro hay tres años de trabajo en su preparación, el esfuerzo del Cabildo de Gran Canaria cifrado en unos 250.000 euros entre costes de restauración de las piezas y su traslado, la inestimable colaboración de la Diócesis de Canarias y, por supuesto, la tristeza de todos esos feligreses que por un corto espacio de tiempo aceptan no mirar a los ojos de aquél o aquella a quien encomiendan sus plegarias.

Comisariada por María Hernández Socorro, la muestra revela claramente ese estilo del maestro que, de formación barroca, supo también incorporarse al neoclasicismo a medida que su obra avanzaba, usando magistralmente ambos movimientos dependiendo de la pieza a realizar. Asimismo, nos recuerda que su fértil producción está volcada casi en exclusividad al ámbito religioso, y vinculada a los pasos y procesiones de la Semana Santa. No en vano, era una época de intenso desarrollo para el movimiento procesional y más del 70% de sus obras se integran en ese núcleo eclesiástico, encontrándose la mayor parte de ellas en la isla de Gran Canaria (139 tallas), seguida de Tenerife (otras 43).

La disposición de las esculturas en las salas de San Martín es tan magnífica como la calidad y el valor artístico de las mismas. Dentro de la antigua capilla y bajo la rúbrica de ‘Lección de anatomía’, puede verse juntas a las cuatro versiones de San Sebastián y a tres obras distintas del ‘Cristo atado a la columna’ (una de ellas venida desde Madrid). Deambular en medio y ver tan de cerca, a tamaño natural, la imagen que acostumbra a salir en procesión el viernes Santo no deja indiferente a nadie…

Son un primer anticipo de esa elegancia y serenidad que prevalece en las imágenes de Luján Pérez, al tiempo que esa pulcritud en las formas con la que el maestro canario anticipó el neoclasicismo siendo heredero de las técnicas del barroco: tallas completas de madera, esculturas de vestir o candeleros (sólo tienen tallados la cara y las manos,) y de tela encolada. En este nivel del patio central, la muestra se acompaña de una sala dedicada a la platería de la Catedral de Canarias en tiempos de Luján.

Pero, sin duda, no es hasta subir las escaleras y acceder a las salas que albergan ‘Un renovado mundo de Santos’ o ‘Ángeles e infantes’, pero sobre todo, la ‘Escenografía del dolor’ y ‘María, Virgen y Madre, que el visitante experimenta todo ese temperamento pasional, ese profundo sentimiento religioso que Luján Pérez supo imprimir a sus esculturas, y que fue determinante para que aquél brillante alumno superara a sus profesores de la época desde la lejanía de las Islas, en un sencillo taller de la calle Santa Bárbara (muy cerca de donde hoy se exhiben sus obras).

Nos asomamos entonces al universo de cinco crucificados de anatomía perfecta que penden literalmente en el aire, gracias a un juego de paneles transparentes que dan una verdadera tridimensionalidad a la Pasión de Jesús, en un espacio presidido por el Cristo de la Sala Capitular de la Catedral de Las Palmas, una de las dos obras cumbre del artista junto a la popularmente conocida como la ‘Dolorosa’ de Luján, también presente en dicha Catedral y en esta exhibición, una imagen muy realista pero de inmensa espiritualidad.

Y así nos dejamos mecer pues por el modelado de formas y contornos, como mismo mece San José al niño, para luego dejarnos conmover por esa tristeza contenida de todas y cada una de las imágenes marianas. Serenas, sobrias, sin el dramatismo exagerado de otros autores y con ‘ese leve fruncir de las cejas’ en las Dolorosas de Luján Pérez del que tanto se ha escrito, y que tan reconocibles las hace.

Sobresale asimismo un enorme San Miguel Arcángel, venido desde la Parroquia del municipio de Valsequillo, artífice una vez más de ese nuevo giro que la escultura canaria tomó de su mano, y que parece presidir todo el universo de Luján y su estela. Pero que, sobre todo, arroja luz sobre tanta sombra ahí fuera.

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