CHINA
El fiscal pide un castigo severo para Bo Xilai al concluir su juicio por corrupción
El depuesto dirigente niega los cargos de corrupción por un escándalo que ha desatado una lucha de poder en el régimen
PABLO M. DÍEZ
Después de cinco días, este lunes ha concluido el juicio por corrupción contra Bo Xilai , el popular dirigente del Partido Comunista cuya defenestración ha desatado una lucha de poder en el régimen chino. A sus 64 años, se enfrenta a una ... larga pena de cárcel porque ha sido acusado de aceptar sobornos por valor de 21,8 millones de yuanes (2,67 millones de euros) y de apropiarse de otros cinco millones de yuanes (621.000 euros) de una obra pública. Además, ha sido imputado por abuso de poder porque, según la Fiscalía, intentó encubrir el asesinato de su socio británico, Neil Heywood , a manos de su mujer, Gu Kailai . Por dicho crimen, la esposa de Bo Xilai fue condenada en agosto del año pasado a pena de muerte, pero la sentencia quedó suspendida dos años, lo que suele equivaler a cadena perpetua.
Según informa la agencia estatal de noticias Xinhua , la Fiscalía pidió en sus conclusiones « una pena severa para Bo Xilai de acuerdo con la ley, ya que cometió graves delitos pero rechazó admitir su culpabilidad». Tal y como rezan las transcripciones difundidas en internet por el tribunal , los fiscales sostienen que «las pruebas son suficientes y los hechos están claros en los cargos de soborno, malversación y abuso de poder ».
Continuando con la combativa defensa que ha mantenido durante estos días, Bo Xilai volvió a rechazar las acusaciones con su habitual ironía. «Creo que los investigadores han hecho un gran esfuerzo en encontrar muchas pruebas porque han recopilado 90 volúmenes. Respeto su trabajo porque éste es, ciertamente, un caso enorme y complejo. ¿Pero cuántos de esos 90 volúmenes tienen que ver conmigo ?», preguntó al tribunal en su declaración final.
Desde el pasado jueves, Bo Xilai ha negado sistemáticamente que aceptara sobornos de dos empresarios, Tang Xiaolin y Xu Ming . Éste último colmaba de atenciones y carísimos regalos al hijo del político, Bo Guagua , e incluso llegó a comprarle a su esposa, Gu Kailai, una mansión en la Costa Azul francesa valorada en más de 2,2 millones de euros. Precisamente, tan suntuosa villa aparece como telón de fondo en el crimen de Neil Heywood, el socio inglés que ayudaba a la pareja a evadir su fortuna.
Para que nadie relacionara dicha mansión con su popular marido, que hacía carrera lanzando campañas «neo-maoístas» a favor de los más humildes, Gu Kailai la había registrado a nombre de una empresa que dirigió primero un misterioso arquitecto francés amigo de la familia, Patrick Devillers , y luego Heywood. Según relató Devillers en una declaración leída en el juicio, éste amenazó a Gu Kailai con desvelar que poseía la mansión cuando quiso retirarlo de la compañía y, además, le reclamó lo que él calculaba que había invertido en su renovación: 1,7 millones de euros. Temiendo que Heywood secuestrara y matara a su hijo por esta disputa monetaria, Gu Kailai lo envenenó el 14 de noviembre de 2011, según la versión oficial que mantiene el régimen chino.
Testigo de cargo
Escenificando un auténtico drama familiar, Gu Kailai testificó en contra de su marido en un vídeo emitido en la sala. Cuando la Fiscalía le preguntó en repetidas ocasiones si su esposo era consciente del dinero y los regalos del empresario Xu Ming, quien hace años llegó a ser uno de los hombres más ricos de China, respondió: «Creo que debí habérselo dicho, es el tipo de cosas que él debería haber sabido».
Un testimonio que Bo Xilai rechazó alegando que su mujer «está loca y dice mentiras con frecuencia». Además de denunciar que su declaración «fue prestada bajo presión psicológica y con el objetivo de reducir su sentencia», aseguró que Gu Kailai lo estaba acusando porque él le había sido infiel .
«De verdad, de verdad que no sabía que Xu Ming pagaba los gastos de mi familia», insistió Bo Xilai, quien también negó haber malversado cinco millones de yuanes (621.000 euros) de una obra pública cuando, a principios del año 2000, era alcalde de Dalian , al noreste de China. De dicha apropiación también culpó a su esposa y, aunque admitió su negligencia por la falta de control sobre dicho dinero público, negó que fuera un corrupto.
El acusado también refutó que hubiera bloqueado la investigación por el crimen de Heywood, que acaeció en noviembre de 2011 y fue el detonante del caso dos meses después. El escándalo estalló cuando Wang Lijun , jefe de Policía de Chongqing – la megalópolis que dirigía Bo Xilai –, intentó pedir asilo político en el Consulado de Estados Unidos en la cercana ciudad de Chengdu . Allí desveló que Gu Kailai había envenenado a Heywood y que él, temiendo por su vida, había huido de Chongqing tras informar a Bo Xilai de que la investigación apuntaba a su mujer. Bo Xilai, que incluso llegó a golpearle después de que su mujer insistiera en su inocencia, manifestó que lo cesó del cargo «no por el caso Heywood, sino por cinco o seis asuntos más».
En su exposición final, Bo Xilai le dio una nueva vuelta de tuerca a esta rocambolesca historia, que no desentonaría en una trama de espías, al afirmar que « el verdadero motivo del intento de deserción de Wang Lijun es que amaba a Gu Kailai , como llegó a confesarle».
Transparencia y propaganda
Celebrado en el Tribunal Popular Intermedio de Jinan , capital de la provincia oriental de Shandong y lejos del feudo de Chongqing donde Bo Xilai aún tiene muchos partidarios, este juicio ha revelado el ostentoso tren de vida de la «aristocracia roja» que ha florecido gracias al «milagro económico» chino . Aunque sólo han podido acceder a la sala 19 periodistas chinos de medios oficiales y controlados por la propaganda, las sesiones han sido retransmitidas mediante transcripciones difundidas en internet por el tribunal a través de su cuenta de Weibo , que suple al censurado Twitter . Con su habitual tono propagandístico, la agencia Xinhua asegura que «los medios domésticos y extranjeros han saludado la apertura y transparencia mostrada por las transcripciones en tiempo real del juicio, que el público considera una muestra de los esfuerzos del Partido Comunista de China para combatir la corrupción y un paso que representa un progreso histórico para el imperio de la ley». Sin embargo, el diario de Hong Kong «South China Morning Post» ha revelado que dichas transcripciones han sido seleccionadas para no dar una imagen favorable de Bo Xilai .
Con la exposición de las conclusiones finales, el «caso Bo Xilai» ha quedado visto para sentencia, que a tenor de la mayoría de los expertos será condenatoria porque ya ha sido previamente acordada por las distintas facciones del autoritario régimen chino. A cambio de poder defenderse de los cargos de corrupción que se le imputan, Bo Xilai no ha desvelado los entresijos de la lucha de poder que se libra dentro del Partido Comunista ni las interioridades de sus rivales. Tal y como explica a ABC David Huang , antiguo viceministro taiwanés de Relaciones con China y profesor de la Academia Sínica, «la defensa de Bo Xilai ha sorprendido en el extranjero, pero también puede ser un truco del Partido Comunista porque la finalidad de este juicio es dar ejemplo, pero no sacar a relucir toda la porquería que hay dentro».
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