Manifestaciones a favor de Bo Xilai en la víspera de su juicio
El popular político chino es acusado de corrupción, pero no del asesinato del socio británico por el que su esposa fue condenada a muerte
pablo m. díez
Mañana comienza el juicio contra Bo Xilai, el popular gerifalte del Partido Comunista chino que fue defenestrado el año pasado y cuya caída en desgracia ha desatado una soterrada lucha de poder en el autoritario régimen de Pekín . Bajo fuertes medidas de seguridad, ... Bo Xilai se sienta en el banquillo por corrupción un año después de que su esposa, Gu Kailai, fuera condenada a muerte –pero con sentencia suspendida– por envenenar a Neil Heywood , el socio británico que les ayudaba a evadir su fortuna.
Lejos de Chongqing , la megalópolis del suroeste de China que dirigía Bo Xilai y donde aún tiene bastantes partidarios, la vista oral empezará a las 8.30 de la mañana (2.30 de la madrugada, hora peninsular en España) en el Tribunal Popular Intermedio de Jinan, capital de la provincia oriental de Shandong.
A pesar de las precauciones que han tomado las autoridades chinas para evitar manifestaciones a favor de Bo Xilai, un puñado de seguidores se han plantado ante las puertas del tribunal con pancartas de apoyo. Entre ellos también había « peticionarios », como se conoce a los agraviados por injusticias tales como la expropiación irregular de sus tierras.
Al igual que ocurrió con el juicio a Gu Kailai, los periodistas no pueden asistir a la vista oral, pero las autoridades han acreditado a más de 125 reporteros para que ocupen una acera enfrente del tribunal donde incluso han colocado una carpa para combatir el sofocante calor que hace en Jinan. Apostados con sus cámaras frente al sobrio edificio de la corte, los corresponsales extranjeros despiertan la curiosidad de los viandantes, la mayoría de los cuales desconoce los pormenores del «caso Bo Xilai» por la censura y la propaganda que imperan en los medios chinos.
Acusado de corrupción, aceptar sobornos y abuso de poder , Bo Xilai se enfrenta a una larga pena de prisión que, en un país sin independencia judicial como China, se supone que ya ha sido acordada por las diferentes facciones del régimen. Según la agencia estatal de noticias Xinhua, «Bo Xilai se aprovechó de su puesto para obtener beneficios de otros y aceptó una cantidad de dinero extremadamente grande y propiedades», asegura la acusación del fiscal, que también indica que «malversó una enorme suma de dinero público y abusó de su poder, dañando seriamente los intereses del Estado y el pueblo». Aunque Xinhua no desveló la cifra, un periódico de Hong Kong próximo al Partido Comunista, el «Ta Kung Pao», ha publicado que Bo Xilai se habría embolsado unos 25 millones de yuanes (unos tres millones de euros).
Nueva «aristocracia comunista»
A pesar de la gravedad de las imputaciones, Bo Xilai no se sentará en el banquillo por la muerte de Neil Heywood, el socio británico que le estaba ayudando a sacar su fortuna del país y que apareció sin vida en la habitación de su hotel de Chongqing en noviembre de 2011 . La esposa de Bo Xilai, Gu Kailai, fue condenada a muerte en agosto del año pasado por haber envenenado a Heywood, pero su sentencia quedó suspendida, lo que suele convertirse en una cadena perpetua. Además, los jueces impusieron una pena de nueve años de prisión a su asistente, Zhang Xiaojun, como cómplice. Por ocultar el crimen, cuatro policías de Chongqing también fueron condenados a entre cinco y once años de cárcel.
A Wang Lijun, que era la mano derecha de Bo Xilai como jefe de Policía de Chongqing pero tiró de la manta al sentirse amenazado , también le cayeron en septiembre quince años entre rejas por abuso de poder, corrupción e intento de deserción, ya que se refugió en el Consulado de Estados Unidos en Chengdu tras huir de su superior en febrero del año pasado. Aunque la agencia Xinhua divulgó en su momento que el jefe de Policía Wang había informado del asesinato al «máximo responsable del Comité del Partido Comunista en Chongqing», Bo Xilai se ha librado de ser acusado del crimen.
Tras la condena a su mujer, su juicio será el más importante de las últimas décadas para el autoritario régimen de Pekín, que pretende cerrar de una vez por todas la lucha de poder que desató la caída de «principito» Bo Xilai, hijo de un héroe de la Revolución. Aunque este proceso ha quedado reducido a una mera farsa judicial por la habitual falta de transparencia del régimen, el caso ha destapado el disoluto y lujoso tren de vida de la nueva «aristocracia comunista» que dirige China.
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