Nuestro reino por un niño
El mayor drama del primer mundo es que el dinero no lo puede todo, aunque estamos trabajando en ello. Entre sus mayores carencias destaca la infertilidad creciente del hombre civilizado, capítulo en el que cualquier país subdesarrollado nos supera sin dificultad. Para ilustrar esta desigualdad y sus dramáticas consecuencias, Tavernier nos lleva de viaje con su pareja protagonista, que busca en Camboya un niño adoptivo. La cámara del maestro describe a la perfección la sensación de mareo y desamparo, la lucha pertinaz de la mosca occidental contra el cristal de la corrupción y la burocracia en un país que sólo es un ejemplo.
Es imposible no tomar partido por este matrimonio exhausto en busca de algo tan hermoso y tan arbitrariamente repartido como la paternidad. En lugar de encerrarse en la denuncia inútil, Tavernier transmite un estado de ánimo e imparte una lección quizá imprescindible para cualquiera que pretenda embarcarse en la misma aventura.
La película, narrada de una forma excepcional, sin adornos sensacionalistas, se centra en la hermosísima relación entre Isabelle Carré y Jacques Gamblin, ambos espléndidos. Es emocionante y doloroso compartir su desesperación de meses, la sangría económica y emocional a la que son sometidos, incluso cuando el objetivo parece cumplido. Es inevitable sufrir cuando el laberinto los supera y socava ese amor que parecía infinito. Los otros temas, los supuestamente grandes, son tratados de refilón, pero con la intensidad precisa: las citadas corruptelas que devienen en compraventa de niños por catálogo, el miedo a adoptar un producto defectuoso, la rapiña de unos y la venta sin disimulos del producto más exportable de los otros.
A Tavernier, sin embargo, le pierde la pasión. Su punto de vista nunca es objetivo y a veces se torna del todo arbitrario. Arremete contra los estadounidenses, pero sólo descubre en ellos los mismos excesos en los que incurre su pequeña colonia francesa, que se debate entre la solidaridad y el resquemor generado por la competencia. Esclarecedora película, incluso en sus ataques de ceguera.
| ((( | Francia, 2004 | Director: Bertrand Tavernier | Intérpretes: Jacques Gamblin, Isabelle Carré, Lara Guirao, Bruno Putzulu, Frederic Pierrot |
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