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Cataluña, enredada en el secesionismo, lleva cinco años perdiendo una empresa cada hora

Es el tercer gobierno autonómico que más gasta, pero sus recetas nacionalistas dejan un negro balance: la economía catalana se ha deteriorado más que la del resto de España

Cataluña, enredada en el secesionismo, lleva cinco años perdiendo una empresa cada hora inés baucells

roberto pérez

Primero fue el «Estatut» inspirado de soberanismo. Después, el independentismo declarado. Y, en medio, una crisis económica que ha agrietado la «Arcadia feliz» dibujada en el argumentario del secesionismo que lidera Artur Mas . La realidad demuestra que la receta del nacionalismo independentista no ha sido eficaz durante estos años para frenar el deterioro de la economía catalana a pie de calle. El ritmo al que se ha destruido el tejido empresarial de Cataluña ha sido mayor al del resto de España ; la pérdida de empleos, también; y el empobrecimiento social, lo mismo. Y todo eso pese a que Cataluña ha disfrutado -y sigue disfrutando- de unos recursos públicos por habitante que para sí quisieran un buen número de comunidades autónomas -entre ellas Madrid o Baleares, por citar solo dos casos-.

Desde el 1 de enero de 2008 hasta el 31 de septiembre de 2013, Cataluña ha perdido el 18,13% de sus empresas; el resto de España, el 16,7%. Según los registros de empresas inscritas en la Seguridad Social, Cataluña ha visto desaparecer desde el 1 de enero de 2008 un total de 47.135 negocios . La media es demoledora: en números redondos, a un ritmo de una menos cada hora. Antes de que asomara la crisis, el 18,5% de las empresas que había en España estaban en Cataluña; ahora, apenas un 18,1%. Y cuatro décimas en este cómputo es una cifra nada despreciable.

Deterioro laboral

cEn los seis últimos años, la destrucción de empleo también ha sido ligeramente mayor en Cataluña que en el resto de España : un 15,87%, frente a un 15,81%. Prácticamente dos de cada diez empleos que se han perdido en España desde septiembre de 2007 han sido catalanes.

Hace cinco años, esta región sumaba casi tres millones y medio de ocupados; el 1 de octubre pasado no llegaban a 2,9 millones , según las estadísticas oficiales de afiliados a la Seguridad Social. En cinco años Cataluña ha perdido 543.000 ocupados, de los que 451.500 eran asalariados, trabajadores por cuenta ajena.

Los registros de la Encuesta de Población Activa (EPA) reflejan esa misma dinámica. Entre el segundo trimestre de 2007 y el segundo de 2013, la tasa de paro del conjunto de España creció un 69,7%; la de Cataluña, un 74,46%.

Problemas a pie de calle

Y, al final, eso se refleja en el bolsillo de los ciudadanos. Según la «Encuesta de condiciones de vida» -elaborada periódicamente por el Instituto Nacional de Estadística (INE)-, cuatro de cada diez catalanes confesaban en 2012 que no tenían capacidad para afrontar gastos imprevistos -en 2004 no pasaban del 58,4%-; y el 61,8% aseguran que llegan con apuros a fin de mes, cuando ocho años antes eran el 58,4%. En el conjunto de España, los que decían llegar con apuros a fin de mes en 2004 eran el 61,2%, cifra que se había elevado al 61,8% en 2012. Es decir, también el bolsillo de los catalanes se ha deteriorado a más ritmo que el de la media de los españoles.

El falso «España nos roba»

Son datos que quedan, en todos estos años, como sombra de varios gobiernos de sesgo soberanista. Primero el tripartito; luego el actual Gobierno de Artur Mas, que se aferra al manido argumento del «España nos roba» para justificar el deterioro de una economía emborronada en las tres últimas legislaturas de la Generalitat.

El «España nos roba» puede ser una frase útil para el independentismo , pero las cifras reales demuestran que no es un argumento válido. La Generalitat disfruta de más ingresos públicos que Andalucía, Baleares, Castilla-La Mancha, Murcia, Comunidad Valenciana y Madrid -pese a que el PIB de esta última es un 10% superior al catalán-. Y sumando los recursos obtenidos por endeudamiento financiero -apuntalado gracias al Estado- su gasto público por habitante es un espejismo para la inmensa mayoría de autonomías españolas. En el trienio 2010-2012, la Generalitat sumó un gasto público por habitante de 12.334 euros. Fue el tercero mayor de España, solo superado por Navarra y por el País Vasco, y respecto a este último la diferencia es escasa.

Dinero público cautivo

El meollo del asunto es qué se logra con lo que se gasta. Y, a tenor de cómo ha marchado la economía catalana, el rédito logrado por la Generalitat hace aguas. Es cuestión de marcar prioridades, y los gobiernos catalanes han ido tejiendo unas estructuras al servicio del soberanismo que acaparan abultados recursos públicos. Al final es un gasto que no llega a la economía real y que, sin embargo, acaba lastrándola porque, a la par, no hay dinero para tanto coste y el endeudamiento se dispara. La deuda pública global de la Generalitat -incluyendo sus empresas públicas- ha aumentado desde el año 2000 un 412,6%. Se ha multiplicado por cinco. Es cierto que también ha crecido en el resto de autonomías, pero mucho menos: un 370,8% . Es decir, en los trece últimos años Cataluña se ha sobreendeudado un 11,3% más que la media del resto de autonomías. Y lo ha hecho pese a haber disfrutado de más recursos públicos que la mayor parte de ellas.

Deuda disparada

La enorme deuda financiera acumulada por la Generalitat afecta de lleno a los ciudadanos. Primero, porque cada vez más parte de sus impuestos se pierden en pagar esa deuda. Segundo, porque el dinero que se va en eso es dinero de menos que la Generalitat dedica a servicios públicos y políticas de apoyo socioeconómico.

En 2002, el Gobierno catalán tuvo que pagar 1.445 millones de euros entre intereses y amortizaciones; el año pasado, por lo mismo, casi 7.900 millones. La Generalitat ya tiene que destinar la cuarta parte de todo su presupuesto anual a pagar la deuda que ha acumulado. Le cuesta a cada catalán más de mil euros al año. Y el «recibo» va en aumento. En los seis primeros meses de este 2013, la Generalitat ya había tenido que desembolsar unos 4.588 millones de euros para pagar intereses y amortizaciones.

La inversión, sacrificada

Donde más se nota la escalada de la deuda del sector público catalán es en la parte de intereses. En el año 2002 le costaban 419 millones de euros; en 2012, más de 1.743 millones. Y solo en los seis primeros meses del presente año, 873,2 millones de euros.

A tal punto ha llegado la hipoteca acumulada por la Generalitat que su presupuesto arroja descompensaciones de órdago . Por ejemplo, el año pasado dedicó a pagar amortizaciones e intereses diez veces más que a inversiones reales. Del año 2010 al 2012, la partida presupuestaria de la Generalitat para pagar deuda ha aumentado un 190%; la de inversiones se ha reducido un 39%.

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