¿Por qué da mala suerte que se apague la llama olímpica?
Desde la antigua Grecia se considera un signo de mal agüero que se apague la antorcha
e.pastrana
Es un momento emocionante. La luz de la llama brilla en los ojos de los espectadores que siguen el ritmo frenético del relevo. Dicen que este año incluso va a viajar al espacio. Recorrerá 65.000 kilómetros para luego sumergirse en el lago Baikal. Ya ... está todo preparado. Y «¡puf!... se apagó».
En la antigüedad, muchos pueblos asociaron la buena suerte con el fuego. Es lógico, el fuego, fuente primaria de energía significaba calor en las noches y comida caliente, evocaba prosperidad, a comodidad a calidez.
Según cuenta la mitología griega, Prometeo robó el fuego a Zeus y se lo regaló a los mortales. Por eso, en la antigua ciudad de Olimpia era tradición mantener un altar encendido durante todo el transcurso de los Juegos como homenaje a los dioses y celebrar sacrificios en su honor. Si ese fuego se apagaba, debía entenderse que la voluntad del Olimpo era que se suspendieran las competiciones.
Los primeros Juegos Olímpicos de la época moderna se celebraron en Atenas, en abril de 1896, y como homenaje a los antiguos griegos se decidió conservar la tradición de mantener encendida una llama. Desde entonces, los Juegos Olímpicos se han venido celebrando cada cuatro años con la excepción de las ediciones de 1916 (suspendida a causa de la Primera Guerra Mundial) y las de 1940 y 1946 (por la Segunda Guerra Mundial).
En la actualidad todavía se asocia la luz de la llama con la buena suerte y se considera un mal presagio que se apague, tal y como ocurrió anteayer casi a las puertas de la Plaza Roja. La llama de Sochi había sido encendida en el templo de Hera de la ciudad griega de Olimpia el pasado 29 de septiembre para luego recorrer durante una semana la geografía helena. Pero no fue hasta el pasado lunes, justo en el momento en que Moscú acababa de recibir el símbolo olímpico, cuando por sorpresa se apagó. «Buen viaje rumbo a los XXII Juegos de Invierno» procamaba Putin entusiasmado momentos antes.
Por suerte, un ciudano ruso sacó un mechero que llevaba en el bolsillo y salvó la situación. La escena pasará a la historia del Olimpismo por precaria y por pintoresca, paradójica en unos juegos que -si el Olimpo no se interpone- van a ser los más caros de la historia
Llamas escurridizas
Es raro encontrar unos juegos olímpicos donde no se haya apagado la antorcha olímpica. En Londres 2012 lo hizo hasta en dos ocasiones. Primero fue el atleta de badminton paralímpico David Follett, que transportaba la llama en su silla de ruedas cuando ésta se apagó debido a un quemador en mal funcionamiento. «No es algo anormal que se apague la antorcha, esto puede pasar por muchos motivos, por ejemplo, en casos de viento extremo», aseguró entonces una portavoz del Comité Organizador en una desafortunada declaración, ya que estaba previsto que la antorcha viajara en una lancha de rafting. Zachary Franklin hacía equilibrios imposibles para mantener la llama encendida, pero la física siempre gana.
Otro apagón histórico es el de Pekin 2008. Cuando la llama pasaba por París con destino a China los partidarios del Tibet libre trataron de matar simbólicamente el sueño olímpico de sus vecinos imperialistas. Los manifestantes transformaron los sucesivos relevos en una carrera de obstáculos. Finalmente, la antorcha tuvo que viajar escoltada en un improvisado autobús después de haberse extinguido hasta en dos ocasiones.
También es habitual que el pebetero dé problemas. Ocurrió en Sidney 2010 y afortunadamente...nos lo evitamos en Barcelona 82. La mítica flecha lanzada por Antonio Rebollo nunca cayó en el interior del pebetero . Afortunadamente estaba prevista la posibilidad de que el arquero fallara y la llama se encendió automáticamente, creando una ilusión óptica para el espectador.
Desde que la tradición fue recuperada, el fuego olímpico ha escalado el Everest, ha volado a la velocidad del sonido en un Concorde e incluso ha sido transportada por vía satélite de un continente a otro en forma de impulso eléctrico. En estas circunstancias hay que considerar que el verdadero milagro divino no es que se apague, si no que permanezca encendida.
¿Por qué da mala suerte que se apague la llama olímpica?
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete