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Cuarteto Tokio: «Ahora, más que nunca, necesitamos visionarios musicales»

El mítico cuarteto japonés, que se separa después de 43 años, se despide hoy del público español, en el Auditorio Nacional, con obras de Bartok y el estreno de una nueva partitura de Auerbach

Cuarteto Tokio: «Ahora, más que nunca, necesitamos visionarios musicales» Marco Borggreve

pablo meléndez-haddad

El Tokyo String Quartet se retira. Después de 43 temporadas, el curso 2012-13 será el último para este grupo de referencia en el ámbito camerístico formado por Martin Beaver y Kikuei Ikeda (violines), Kazuhide Isomura (viola) y Clive Greensmith (chelo) . La decisión de Ikeda e Isomura de retirarse a la vez –después de cuatro décadas compartiendo música, viajes e ilusiones- ha empujado a los otros dos miembros a abandonar.

“Si conseguir un sustituto es muy, pero muy complicado, conseguir a dos es una tarea titánica”, afirmó a ABC el violonchelista Clive Greensmith antes de desembarcar en Madrid, ciudad en la que actuarán por última vez, específicamente en el ciclo Series 20/21, organizado por el Centro Nacional de Difusión Musical, este viernes en el Auditorio Nacional.

“Tenemos una diferencia de veinte años entre Kazu y Kikuei y Martin y yo. Siempre tuvimos claro que ellos se retirarían antes, pero cuando tomaron la decisión de retirarse al mismo tiempo, se nos presentó un desafío inasumible, como es un cambio doble de integrantes. Martin lo expresó muy bien al declarar que nos enfrentábamos a una perspectiva difícil: si se reemplaza un miembro es complicado, pero dos es una tarea hercúlea” .

En el programa madrileño dominan las obras de Bartók. Consultados sobre el aporte de este gran sinfonista a la música de cámara, Greensmith afirma sin duidarlo: “Inalculable. Bartók es el compositor más imaginativo en el ámbito del cuarteto de cuerda desde Beethoven. Su trabajo innovador en etnomusicología está perfectamente unido a una completa comprensión de la forma, del contrapunto, del desarrollo motívico y del color instrumental. Sus seis cuartetos demuestran su propia evolución como. Sería difícil encontrar otro cuarteto de cuerdas de cualquier período que contenga una variedad tan asombrosa de color y textura que los tres movimientos centrales de su ‘Cuarto Cuarteto’. En muchos compositores, en cambio, parece haber en este ámbito una batalla con la repetición... Bartók, aúna el material con el perfecto equilibrio de la forma arquitectónica. Si buscas a un compositor que pueda coincidir con la profundidad del último Beethoven, Bartók se acerca más, como también en la exploración de las profundidades de la psique humana. Llegar a los acordes finales del ‘Sexto Cuarteto’, es un goce musical y emocional. Y si me pregunta ‘cuando se retire del Cuarteto de Tokio, ¿qué obras añorará?’, mi respuesta es, sin duda: los seis cuartetos de Béla Bártok”.

Son 43 temporadas, toda una vida con un repertorio centrado en los clásicos, sin dar la espalda a la creación contemporánea. A pesar del amplísimo repertorio, Greensmith reconoce que hay un compositor que le hubiese gustado explorar en más profundidad: “Solo hemos tocado uno de los seis cuartetos de Hindemith, y esto es una lástima. Su música está muy subvalorada, ya que fue un violinista maravilloso y también tocó en un cuarteto de cuerdas durante años: su estilo contrapuntístico, el lirismo y su sentido del humor, contribuyen a definir un estilo muy personal. Del ámbito contemporáneo, me hubiera gustado explorar los cuartetos de cuerdas de Wolfgang Rihm y Elliot Carter ”, apunta.

Otra de las características de este grupo es su pasión por la docencia. Una vez retirados, seguirán impartiendo clases a otros grupos de cámara: “Martin y yo –continúa Clive Greensmith- nos mudaremos a Los Angeles para codirigir la cátedra de cuerda de música de cámara y nos ocuparemos de la residencia de cuarteto de cuerda en la Escuela de Música de Colburn. Kazu y Kikuei mantendrán sus clases en la Yale School of Music y también enseñarán en Japón”.

Japón, Nueva York y Europa

Un grupo nipón de nacimiento, neoyorquino por adopción y europeo por tradición, es un tesoro de mezclas culturales y un galimatías a la hora de definir un estilo propio. Greensmith reconoce en estos elementos muchos factores que hablan de la identidad del gripo.

«Con los cambios hemos tenido interesantes discusiones sobre nuestro estilo musical»

“Nuestro cuarteto ha existido por más de cuarenta años y nuestro estilo ha ido evolucionando. En un principio fue clara la la influencia de Hideo Saito, el fundador de la Escuela de Toho, y después vino la del Juilliard Quartet. Con los cambios de miembros del grupo, hemos tenido interesantes discusiones sobre nuestro estilo musical. Cada componente aporta lo suyo, siempre intentando que nuestro sonido sea fresco y espontáneo. Últimamente actuamos más en Europa que en América del Norte y hace poco un crítico de Londres dijo que nuestra manera de tocar los cuartetos de Bartók tiene más en común con grupos como el Vegh Quartett o el Hungarian Quartett , lo que implica que ya casi no hay fronteras en la música. Sin duda se intenta evitar el virtuosismo vacío y buscar una visión unificada de la partitura. Yo soy británico y me he encontrado muy a gusto en Nueva York durante los últimos 14 años compartiendo con mis colegas japoneses. Sin embargo, a menudo hay más que sutiles diferencias culturales. Un japonés puede tener una especie de ansiedad ante su estilo musical, en cambio si uno es vienés, tal vez se siente relativamente seguro en su identidad musical al estar rodeado de una estética reforzada por las instituciones, la historia y la situación geográfica de la ciudad, en el corazón de Europa».

«En nuestro grupo -continúa Greensmith-, al principio no había tanta seguridad en nosotros mismos, pero sí una sensación de ardor misionero. También había un deseo de explorar y absorber lo más profundamente posible las influencias musicales de artistas como Robert Mann, Rafael Hillyer o Felix Galimir, profesores de la Juilliard. Galimir había venido desde Viena y era un experto en la música de Alban Berg y de otros miembros de la Segunda Escuela de Viena. También hubo contactos con los miembros del Cuarteto Amadeus, con los cuales hubo varios encuentros en California en 1970. Tal vez con la ausencia de una estética musical consciente, el grupo ha sido más libre para seguir su propia visión».

Respecto de los Stradivarius de la Casa Real española, Clive Greensmith confiesa no conocerlo ni haberlos tocado, “pero sí lo hicieron mis colegas del cuarteto muchos años atrás. ¿A quién debo llamar para concertar una visita?”, bromea.

Mucho talento

«El arte nos recuerda que hay valores que no son financieros»

Conocedores de la realidad musical en Europa y en Estados Unidos desde hace 40 años, y ante un futuro difícil de visualizar, Greensmith es optimista: “Hay una nueva generación de compositores e intérpretes con mucho talento y una necesidad enorme de cultura. En la ‘era de la austeridad’ impuesta por la crisis, el arte nos recuerda que hay valores que no son financieros. Soy optimista por naturaleza y creo que si mantenemos nuestra mente concentrada en el futuro, vamos a encontrar formas de adaptarnos a las dificultades. Nunca he creído en la música clásica como una antigüedad propia de museo. El arte debe evolucionar, como ha sucedido en los últimos treinta años. Ahora hay nuevos compositores y el Tokyo String Quartet ha estrenado nuevas obras a un ritmo cada vez mayor. Por otra parte, las orquestas necesitan una mayor implicación en sus comunidades y las actividades educativas ayudarán a asegurar que la próxima generación de jóvenes pueda seguir apreciando y disfrutando de la música clásica. Estoy muy impactado, por ejemplo, con el sistema de Orquestas Juveniles Simón Bolívar de Venezuela. Ahora más que nunca, necesitamos visionarios musicales».

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