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¿De verdad tiene Lockheed Martin un reactor de fusión nuclear?

La compañía de defensa dice que en cinco años tendrá listo el prototipo para obtener energía de fusión, un sueño para el planeta, pero su anuncio ha sido recibido con escepticismo

¿De verdad tiene Lockheed Martin un reactor de fusión nuclear? reuters

j. de j.

La energía de fusión puede convertirse, si es que alguna vez se logra obtener de forma eficiente, en la gran esperanza para la sostenibilidad del planeta. Consistente en darle la «vuelta» a la fisión que se realiza en las centrales nucleares y unir partículas en vez de dividirlas, como hacen las estrellas, promete ser inagotable y limpia. Disminuiría en gran medida nuestra dependencia de los combustibles fósiles y reduciría las emisiones a la atmósfera que provocan el cambio climático. Pero el camino para obtener este «santo Grial» está lleno de obstáculos, y los científicos apenas han empezado a atisbar qué es lo que tienen que hacer para que los reactores proporcionen más energía de la que consumen . Es decir, saben hacerlo, pero no cómo hacerlo de manera rentable, a gran escala.

Hace tan solo unos días, la firma de defensa Lockheed Martin anunció algo sorprendente: había desarrollado en secreto un diseño prometedor para un reactor de fusión nuclear compacto. Según la compañía, realizará pruebas en menos de un año y en cinco tendrá un prototipo en funcionamiento, aunque la comercialización no llegaría antes de una década.

El proyecto se estaría desarrollando en «Skunk Works», la división de desarrollo de proyectos especiales de la multinacional, uno de los principales contratistas del Pentágono. Su característica principal es que supone una «reducción significativa de tamaño», frente a otras iniciativas de fusión , con sólo dos metros de largo por un metro de ancho. «Nuestro concepto de fusión compacta combina distintos elementos alternativos de confinamiento magnético, que toman lo mejor de cada uno y permiten una reducción de tamaño del 90%», explicaba Tom McGuire, director del área de programas tecnológicos revolucionarios de Skunk Works. «El menor tamaño nos permitirá diseñar, probar y construir el reactor compacto de fusión en menos de un año», insistía en palabras que recoge la agencia EP.

Sin embargo, la compañía no dio ninguna prueba de que haya superado las dificultades que entraña la energía de fusión, en la que se trabaja desde hace décadas. La mayoría de los experimentos en este campo utilizan un método que trata de contener plasma caliente dentro de campos magnéticos en un dispositivo en forma de rosquilla llamado tokamak. Es lo que se lleva a cabo, entre otros sitios, en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en el laboratorio del Departamento de Energía en San Diego (EE.UU.) o en el JET (Joint European Torus) de Oxford, Reino Unido. El tokamak más grande del mundo está en construcción en Cadarache, en el sudeste de Francia, en un centro internacional de coste multimillonario denominado ITER.

«Como volar a Marte con una caricatura»

El problema es que el plasma es inestable y si toca la pared de la vasija se enfría y se detienen las reacciones de fusión. Por esto resulta todo tan complicado y se hacen tokamaks cada vez más grandes. Pero Lockheed Martin dice tener un nuevo diseño de contenedor magnético pequeño y mucho más barato que el ITER, basado en los principios del llamado «espejo de confinamiento magnético». Sin embargo, muchos científicos no están convencidos de que la empresa pueda conseguirlo. Ian Hutchinson, profesor de ciencia nuclear e ingeniería y uno de los principales investigadores en el reactor de fusión del MIT, dice a la revista de este organismo que el tipo de confinamiento descrito por Lockheed ya ha sido estudiado antes sin mucho éxito.

«Soy muy escéptico de que tengan algo interesante que ofrecer. Hasta donde yo puedo decir, no están prestando atención a la física básica de la energía de fusión por confinamiento magnético», confiesa el investigador. «Parece puramente especulativo, como si alguien hubiera dibujado una caricatura y dijera que van a volar a Marte con ella».

El mismo escepticismo demostraba en la web de la revista Nature Stewart Prager, director del Laboratorio de Física de Plasmas del Departamento de Energía en Princeton, Nueva Jersey: «Es difícil decir al hombre de la calle nada desde un punto de vista científico (...) No está claro cuáles son sus pretensiones científicas».

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