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DESDE EL IESE

¡No me toquéis las fiestas!

¿Se imaginan qué aburrida se volvería la vida si todas las fiestas fuesen los lunes? Al menos ahora tenemos de vez en cuando la alegría de tener un puente

JOAN FONTRODONA

ANDAMOS alterados últimamente con la discusión sobre si las fiestas debieran cambiarse de fecha o no. El principal —por no decir único— argumento parece ser de pura eficiencia económica: los puentes nos cuestan mucho. Me imagino que quienes han hecho los números los habrán tenido ... en cuenta todos, y habrán sumado y restado adecuadamente. Porque los números siempre dependen de quién los hace y de cómo barre para casa. Además, ¿de cuántos puentes estaremos hablando en el año?: ¿dos?, ¿tres? Si el problema es el «acueducto» de diciembre, busquemos una solución a ese problema, que siempre será más fácil que cambiarlo todo. Bien mirado, quizás el problema no sean los días de fiesta, sino cómo hacemos rendir los demás días laborables.

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