la nada nadea
Planes de choque
Las siglas que se enfrentaron en el demencial plató de Campo Vidal reflejan con alguna fidelidad dos maneras genéricas de percibir los problemas y dos estilos a la hora de explicarlos
juan carlos girauta
Nuestro bipartidismo no es resultado de una conspiración de jíbaros políticos empeñados en reducir las cabezas de sus enemigos. Es la consecuencia de sumar 323 diputados en una cámara de 350. Por supuesto, media una legislación electoral que favorece al mayoritario y tala al pequeño, ... pero de las distorsiones de nuestra normativa habría mucho que hablar. ¿O acaso no es criticable que un voto soriano, por ejemplo, valga tantísimo más que un voto barcelonés? El bosque de las críticas, por justas que sean, no debería impedirnos ver las dimensiones de dos árboles gigantes: PP y PSOE captan más del ochenta por ciento del voto español. Es lo que hay.
Las siglas que se enfrentaron en el demencial plató de Campo Vidal reflejan con alguna fidelidad dos maneras genéricas de percibir los problemas y dos estilos a la hora de explicarlos. Pero —siendo más plural, matizada y crítica la composición sociológica del centro derecha español— no es seguro que los dos grandes troncos representen (sólo) dos filosofías nítidas y unívocas acerca de la cosa pública, de las medidas económicas a adoptar y del alcance de la regeneración institucional. Más allá de la retórica ortodoxa al uso, muy lógica tras la resaca keynesiana, «socialistas de todos los partidos» (Hayek dixit) continuarán resistiéndose a culminar las medidas de austeridad que los tiempos exigen. Cada organismo que se pierde o cada departamento que se poda es una renuncia a una cuota de poder y clientela. El ambicioso plan de liberalizaciones que ha de tirar del crecimiento también contará con enemigos más allá de la izquierda. Escúchese a los nacionalistas catalanes.
Es de celebrar que Rajoy deje clara su disposición a preservar (¡y a mejorar!) los logros nucleares del estado del bienestar. Pero todo aquello que no pertenezca a ese núcleo puede y debe ser recortado. Y lo que pertenezca a él —sanidad, educación y servicios sociales— debe ser racionalizado a fin de alcanzar sus objetivos sin dispendio de recursos. Porque si la austeridad no viene acompañada de drásticas liberalizaciones, si a la derecha se le encoge el brazo, caeremos al abismo.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete