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MARCO SIMONCELLI

La cruz de los españoles

A Barberá le echó contra un muro a 187 kilómetros por hora. A Dani le lesionó. A Bautista le vaciló siempre

La cruz de los españoles AFP

T. G. M.

El pasado 2 de junio, jueves, tuvo que llegar de incógnito a Barcelona. Dos semanas antes, el 15 de mayo, había provocado la múltiple fractura de clavícula de Dani Pedrosa en Le Mans. Simoncelli le sesgó la trazada en la famosa «chicane» del trazado francés y el español cayó de mala manera . El italiano había cercenado las opciones al título de Dani en la mejor temporada del catalán. El equipo Honda Gresini recibió amenazas de muerte por parte de cobardes anónimos. Los «carabinieri» contactaron con la Policía española. Se vigiló la casa de Marco y se planificó una protección especial para el Gran Premio de Cataluña , en Montmeló. Fueron veinte días de tensión. Simoncelli aterrizó en El Prat el día 2 y fue trasladado en secreto. No se supo dónde dormía. Tuvo policía privada hasta que se marchó el 5 de junio, nada más finalizar la prueba. Son sucesos definen la animadversión que el pilotaje del número 58 ha producido durante cuatro años entre los pilotos españoles.

«Súper Sic» labró su apelativo a fuerza de victorias conseguidas con actuaciones nada deportivas frente a Bautista y Barberá . En el Mundial 2008 comenzó a aplicar esa fuerza bruta que Rossi le aconsejó. Abordaba su tercera campaña en la cilindrada de 250 cc y todavía no había celebrado una victoria. El campeonato nació en Qatar y allí dio el aviso. Metió la moto a todos los pilotos menudos. Él nunca se iba a quitar . Quien le plantara cara chocaría con sus 80.000 gramos y ya vería lo que le pasaba. Pasó.

Quería cambiar su imagen

Llegó el Gran Premio de Italia. No podía esperar más. Debía vencer en casa como fuera. Escapado junto a Barberá, trazó la jugarreta más grave de su manual . En plena recta del circuito de Mugello cambió de dirección para quitarse a Héctor de su rebufo. El valenciano tuvo que desviarse. Se estrelló contra el muro a 187 kilómetros por hora. Se temió lo peor. Fue trasladado al hospital. Magullado por todas partes. Destrozado el cuello. Pero no se mató. Pura casualidad . Marco se apuntó su primer triunfo en la división del cuarto de litro.

Comprobado el éxito, el chico de Cattolica ahondó en su agresividad. Dirección de carrera no le sancionaba. Qué bien. Su rival por el título era Bautista. Había que ganarle por las buenas o por las malas. Como Álvaro era superior técnicamente, el más fino, el mejor, aplicó la mano dura . Le echó de la pista en dos grandes premios. No hubo castigo. Qué bien. El manchego le acusaba. Barberá se sumó a las críticas. No pasó nada. El italiano se adjudicó la corona. Así comenzó una fama que le ha perseguido hasta ayer.

Una leyenda que consolidó en su ascenso a MotoGP , en 2010. Desde su debut llovieron las quejas. Dovizioso, Barberá y Bautista manifestaron que no se podía conducir con esa agresividad con motos de tanto cubicaje. Dada terror verle a tu lado. El accidente con Pedrosa en Le Mans confirmó esa verdad. Dani se negó a darle la mano desde entonces . A Marco le gustaría haber tenido tiempo de cambiar esa imagen.

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