Los desheredados de Zapatero
Hay razones para el desencanto ante la realidad de la crisis, pero, objetivamente, el responsable es un Gobierno de izquierdas y no el «sistema»
EL análisis de la denominada «concentración de indignados» en la Puerta del Sol obliga a reflexionar sobre el perfil de los manifestantes, cuya aparente heterogeneidad hace difícil identificar los objetivos de unas protestas propagadas a través de las redes sociales en un proceso comparado con lo ocurrido en Túnez o Egipto. Pero allí las revueltas tenían como fin la libertad, y la de Madrid defiende una democracia «verdadera», un cambio que acabe con la «oligarquía partidista», lo que lleva implícito un reproche, a partes iguales, al PSOE y al PP. Hay razones para el desencanto ante la realidad de la crisis, pero, objetivamente, el responsable es un Gobierno de izquierdas y no el «sistema», cajón de sastre en el que los manifestantes depositan sus reproches. Y el perfil de los manifestantes, con todos los matices, es sociológicamente de izquierdas, en algunos casos extrema, al exigir un cambio radical de modelo. Dado que el socialismo ha frustrado sus expectativas, el camino —reclaman— pasa no por el cambio dentro de la alternancia derivada de las urnas, sino por la ruptura, que es una manera de estrechar, deformándolo, el marco democrático: o izquierda o reforma del sistema.
La segunda gran cuestión surge de la instrumentalización que la izquierda puede hacer del fenómeno, lo que pone de manifiesto el temor a que las manifestaciones dejen en evidencia el fracaso mayúsculo del Gobierno a unos días de las urnas, escenificado ya por Rubalcaba, comprensivo con unas protestas ante las que ha dejado claro que la frustración de la calle solo puede tener solución con un Ejecutivo socialista, «parábola del hijo pródigo» en versión laica. No es casual que la concentración dirija algunos de los eslóganes contra Esperanza Aguirre. En río revuelto, los habituales pescadores ya han echado sus cañas bendiciendo las manifestaciones y haciendo propósito de enmienda ante los hijos rebeldes de esa izquierda que se movilizó en la campaña de 2004 y provocó —convendría recordarlo— gravísimos incidentes durante aquella jornada de reflexión. Sería conveniente que la cordura se impusiera y los españoles pudieran reflexionar serenamente el próximo sábado, sin más tensión añadida que la provocada por la deriva de la situación económica. La concentración de indignados es una amalgama difusa que expresa una frustración, pues muchos son los desherdados de Zapatero, y «bellacos» somos todos. Pero hay un responsable. Convendría tenerlo en cuenta.
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