Cuatro años después
La administración Obama está desorientada en política exterior, pero refleja la voluntad aislacionista de la sociedad de EE.UU.
FLORENTINO PORTERO
A la vuelta del verano nos encontraremos en plena campaña electoral. Para que la maquinaria esté entonces en condiciones hay que dejar lista la formación de los equipos, comités, webs... Ya conocemos algunos de los republicanos que han movido ficha, estableciendo comités exploratorios para valorar ... el apoyo potencial del electorado. En el lado demócrata la situación es más fácil. Obama ha comunicado su voluntad de volver a presentarse y todo apunta a que no tendrá que pasar por unas primarias. Ya no es el hombre carismático que fue, ha demostrado que es un mal director de equipo, pero sigue teniendo el apoyo de la mitad de la población. Su gestión no ha sido buena, pero es defendible y él sabe cómo hacerlo.
Menos paro, más deuda
Llegó a la Casa Blanca en plena crisis económica, pero el paro está disminuyendo mientras la actividad aumenta. Los economistas discuten si sus políticas de gasto público han ayudado u obstaculizado la recuperación, pero es muy posible que para entonces la sensación general sea la de que Obama fue el presidente que les guió en los momentos difíciles para encontrar la salida. La economía y el paro serán la clave. Los republicanos tendrán que emplearse a fondo para convencer a la población de que Obama fue parte del problema, que ha endeudado innecesariamente al país y que ha desarrollado en exceso una maquinaria estatal que será una fuente de intervencionismo y gasto.
La promesa de un sistema de salud público fue importante en la anterior campaña. El resultado no ha sido el esperado y ha generado más críticas que apoyos. Veremos cómo ambos partidos retoman un tema que siempre es de alto riesgo.
Cesión de liderazgo
Los norteamericanos desean aislarse de un mundo enloquecido para concentrarse en la solución de sus propios problemas. Sin embargo, su riqueza y bienestar depende de su comercio. Lo que ocurra en cualquier parte del mundo les afecta y les lleva a involucrarse. Obama apostó por ceder liderazgo y el resultado es una grave merma de prestigio y autoridad, agravados por la falta de una estrategia coherente. Escenificó la salida de Iraq ya negociada por Bush, para tener que reconocer que tendrán que seguir allí mucho tiempo. Sus declaraciones sobre una pronta retirada de Afganistán llevaron a los aliados a una carrera por levantar sus campamentos mientras que los talibán lo celebraron como el anuncio de su victoria. Sólo había que esperar. Su política árabe resultó vacía de contenido, no supo cómo reaccionar ante las revoluciones populares y se encuentra empantanado en la Guerra de Libia, donde su discurso nada tiene que ver con la realidad. La Alianza Atlántica dejó de ser tal cosa ante las divergencias entre unos y otros y la ausencia de una visión común. En América Latina una actuación acomplejada e indecisa le llevó a tomar partido por quien no debía en la crisis hondureña y a tener que rectificar sus posiciones hacia otras más tradicionales. Desde la II Guerra Mundial es la Administración norteamericana más desorientada en política exterior, pero refleja bien la voluntad aislacionista de muchos de sus ciudadanos, satisfechos de que su imagen internacional haya mejorado.
FLORENTINO PORTERO ES PROFESOR DE HISTORIA EN LA UNED
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