Arabia Saudí teme el «contagio chií» en la revuelta de Bahréin
La desestabilización podría afectar a algunas de las zonas más ricas en petróleo
«Poco antes de que se produjera el levantamiento popular del pasado jueves, vehículos militares procedentes de Arabia Saudí comenzaron a dirigirse a territorio bahreiní», denuncia a ABC el chií Ali Hameed, afincado en la localidad de Al Jasrade, pueblo fronterizo de mayoría suní, en ... el límite occidental de las costas de Bahréin.
La denuncia es corroborada por Jawaad Fairooz, diputado del principal partido opositor, Al Wefaq, quien asegura a este diario que el Ejército de Bahréin está compuesto, ahora, por «decenas de soldados» procedentes de Arabia Saudí.
Para Fairooz, «el régimen de Hamad bin Isa al Jalifa adora estas tropas, ya que no tienen ningún problema en arrasar a la población, a la que consideran extranjera».
Sin embargo, la relación entre los gobiernos de Manama y Riad no se limita al intercambio (real o ficticio) de tropas.
Separados por los apenas 25 kilómetros de la autopista Rey Fahd, ambos países configuran —junto a los Emiratos Árabes, Omán, Qatar y Kuwait— el Consejo de Cooperación del Golfo: una sociedad que cuenta con casi la mitad de las reservas de crudo del planeta. De igual modo, tanto la Casa Real gobernante en Manama (los Al Jalifa) como la de Riad (los Saud) profesan la rama del islam del sunismo.
El pasado domingo, Arabia Saudí advirtió en un comunicado que su país se encuentra preparado «con todas sus capacidades»para ayudar al Gobierno de Bahréin, si las luchas con la oposición chií (el 70 por ciento de la población) no se resuelve pronto. Este hecho subraya la profunda preocupación del reino de Riad por la actual crisis política de su vecino.
El comunicado —que rompía el silencio saudí sobre las revuelta iniciadas en Bahréin— aseguraba también que «oficiales del reino siguen la evolución de la crisis con especial preocupación», y subrayaba la esperanza de ver pronto el «restablecimiento de la calma y la estabilidad» gracias al «sabio liderazgo» del Gobierno bahreiní.
Saudi Aramco
Como asegura Ayham Kamel, analista de la consultora Eurasia Group, el Gobierno de Arabia Saudí es consciente de que, si la oposición chií de Bahréin logra derrocar al régimen suní de los Jalifa, sus provincias orientales (chiíes también) corren serio peligro, y más teniendo en cuenta que la compañía nacional de petróleo, Saudi Aramco, tiene su sede en estas tierras.
Para Kamel, «inspirado por sus homólogos en Bahréin, los chiíes de Arabia Saudí buscarían mayor igualdad social, económica y religiosa para su país». Pero los «barbas largas» —como califican la mayoría de los bahreiníes a los suníes radicales procedentes de Arabia— son un elemento común a ambos lados del Golfo.
Ayer, al menos tres disidentes chiíes eran detenidos en la localidad saudí de Awwamiya, cercana a la capital regional de Qatif, por «apoyar practicas subversivas»; al otro lado de la frontera, el opositor Al Wefaq denunciaba la política de «nacionalizaciones» emprendida por el Gobierno de Manama, encaminada a modificar gradualmente la demografía del país.
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