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Por amor al arte

SE está convirtiendo en uso habitual que las tramas de corrupción, en cuanto llegan a un cierto porte, adquieran obras de arte de extraordinario valor, bien para blanquear dinero procedente de comisiones o transacciones ilegales, bien para satisfacer los sorprendentes gustos artísticos de sus cabecillas, ... o las dos cosas al mismo tiempo. En la «operación Malaya» le fueron incautadas a Juan Antonio Roca más de cuatrocientas obras de arte, algunas firmadas por Miró, Tápies o Picasso. La compra podía responder a un insólito refinamiento de su comprador o a un puro cálculo inversor, pero la presencia de alguna de esas obras en el cuarto de baño de la mansión de Roca apunta en todo caso a capricho y mal gusto de nuevo rico. La historia se ha repetido en la «operación Pretoria» con la trama de corrupción desarticulada en Cataluña, que ha dado con varios notables de la política catalana en prisión. Quien pasa por ser su cerebro, el ex diputado socialista Luis Andrés García, más y mejor conocido como «Luigi», tenía en sus inmuebles más de doscientos cincuenta cuadros, con firmas de Miró, Bacon, Tápies, Gordillo o Mompó. También en este caso, la compra de estas obras de arte parece obedecer a una estrategia de blanqueo de capitales a través de diversos paraísos fiscales y terceros países.

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