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El cierre de Guantánamo

ENTRE el candidato resplandeciente y la responsabilidad del Comandante en Jefe hay una diferencia colosal, como Barack Obama está constatando día tras día. Su decisión de mantener los tribunales militares extraordinarios de Guantánamo ha sido la más simbólica de las contradicciones que se han visto hasta ahora entre lo que los votantes y admiradores del presidente norteamericano quisieron ver y lo que en realidad éste puede cumplir. Obama tiene en sus manos más capacidad de maniobra que sus predecesores, los demócratas controlan las cámaras y su popularidad sigue en niveles extraordinarios. Si ha dado este paso tan atrevido siendo consciente del perjuicio que acarreará para su imagen, debemos creer que se debe al hecho de que los intereses que asegura defender -la seguridad del país- son aún más importantes. Se supone que cuando un dirigente político toma una decisión tan impopular a sabiendas es porque está muy seguro de que es lo correcto.

Y lo que ha descubierto Obama es probablemente que el enjambre jurídico militar del presidio situado en la isla de Cuba es mucho más complejo de lo que sugiere un simple lema electoral, que junto a personas cuya presencia allí no se puede justificar hay otros cuya peligrosidad está fuera de toda duda y que en este caso no sirve el dicho de que un clavo saca a otro clavo. Incluso cuando la Administración norteamericana ha intentado obtener ayuda por parte de los aliados europeos se ha dado cuenta de que la maraña jurídica que aparece ha vuelto a muchos países reticentes, porque nadie quiere vincularse con responsabilidades potencialmente insondables.

El combate de las naciones libres contra enemigos que desconocen deliberadamente las leyes propias y ajenas está sembrado de enormes dificultades, como se ha visto recientemente con el rocambolesco episodio de los piratas que se capturan en las costas de Somalia, pero no por ello debemos olvidar cuáles son los principios que defendemos en esta confrontación. La decisión de aumentar las garantías de los detenidos en Guantánamo parece una opción razonable, teniendo en cuenta que va a ser muy difícil que algo que fue creado para eludir los procedimientos penales ordinarios se pueda convertir en un oasis de legalidad de la noche a la mañana. Pero en todo caso, por un camino o por otro, Obama debe mantener el objetivo de cerrar cuanto antes aquel ignominioso penal.

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