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Por qué sentimos vértigo

... Nunca ha estado la política tan preñada de vendavales como en los tiempos que corren. Merecería como símbolo o emblema el odre de Eolo, ése que desataron imprudentemente los compañeros de Ulises y que arrastró a la nave, entre torbellinos, lejos de las costas de Ítaca y ahcia el proceloso poniente. No sólo parece la política incapaz de sacarnos del aprieto en que nos encontramos, sino que se ha hecho inmensa, gigantescamente, peligrosa...

Dos condiciones deben cumplirse para que una democracia no descarrile y acabe donde Cristo dio las tres voces. Una es de carácter funcional: se supone que el ciudadano sabe para qué servirá su voto en caso de que venza el partido que más le gusta, ... o poniéndose en lo peor, que menos le disgusta. Sobre la otra... les hablaré dentro de un rato. But first comes first, que dirían por ahí fuera. España está infringiendo, clamorosamente, la primera condición.

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