Verdasco consigue el punto definitivo tras un gran partido ante Acasuso
Justo, limpio y elegante. Así jugó y ganó su tercera Copa Davis la selección española en Mar del Plata. Sin Nadal , sin ruido y con la ropa interior en su sitio. Ese fue el uniforme desde el primer día hasta el último del equipo de Emilio Sánchez Vicario.
Pocas veces una victoria ofrece un sabor tan dulce. Los españoles llegaron a Argentina con humildad y se marchan con la misma conducta. Señalaron a los anfitriones como favoritos, expresaron su intención de dejarse la piel en la pista y cumplieron. No se quejaron de la carpeta sintética ni de la docena de capas de pintura hechas a medida de los «albicelestes». Tampoco de las esquinas de una superficie con diferentes rebotes. Como advirtió el capitán antes de empezar: Esto es lo que hay. Tenemos que adaptarnos.
Dicho y hecho, los colorados siguieron las reglas básicas del tenis tradicional. Ni una palabra más alta que otra, ni un reproche, ni un mal gesto. La premisa de todos se mantuvo incluso ayer, cuando arreciaron los insultos en una grada inflamada de ira al ver cómo su selección caía derrotada. El espectáculo fue bochornoso. Un gentío más propio de un campo de fútbol de tercera división que de tenis, dejó en mal lugar a una afición que intentó corregirse a sí misma esta tarde.
Es justo reconocer que, al final, el público argentino se enmendó. Cuando Verdasco le dio el triunfo definitivo a España ante Acasuso (6-3, 6-7, 4-6, 6-3 y 6-1) una afición derrotada reconoció con su aplauso un triunfo merecidamente ganado. La respuesta de los tenistas españoles fue inmediata, como un solo hombre, por primera vez, alzaron la voz: ¡Argentina, Argentina! Nadie mencionó a Del potro, firme como una estatua de sal. Tampoco le preguntaron al perdedor dónde estaban "los calzones" que prometió sacarle a Nadal del "orto". Todos sabían que Rafa, como el resto de la selección, los tenía en su sitio.
Primera Davis como visitante
El conjunto español fue campeon en 2000 y 2004, y ésta era su sexta presencia en una final, y la cuarta en los últimos ocho años. Sin embargo esta es la primera ocasión en la que España se hace con la ensaladera jugando como visitante.
La «armada española» disputó en los años sesenta dos finales, ambas contra Australia. La primera de ellas en 1965 en Sydney (4-1), con Manuel Santana, José Luis Arilla, Juan Gisbert y Juan Manuel Couder, y 1967 en Brisbane, con Santana y Manuel Orantes, Arilla y Gisbert (4-1).
Treinta y tres años después, en Palau Sant Jordi de Barcelona, Juan Carlos Ferrero, Alex Corretja, Albert Costa y Joan Balcells lograron el título al vencer a Australia, por 3-1. En 2003, en Melbourne, España estuvo muy cerca pero cayó por 3-1, con Juan Carlos Ferrero, Carlos Moyá, Feliciano López y Alex Corretja.
Al año siguiente, ya en Sevilla, España logró su segundo título al derrotar en la final a Estados Unidos, por 3-2, con Rafael Nadal, Carlos Moyá, Tommy Robredo y Juan Carlos Ferrero. La 'Legión Argentina', buscaba por primera vez alzarse con la 'ensaladera de plata', en su tercera final de la historia, con derrotas en 1981 ante Estados Unidos en Cincinnati, con Guillermo Vilas, José Luis Clerc, como abanderados, y en 2006, con David Nalbandian, José Acasuso, Juan Ignacio Chela y Agustín Calleri frente a Rusia, en Moscú.
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