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¿CÓMO se logra que alguien piense lo que yo quiero que piense? Introduciendo en su inteligencia injertos emocionales que se convierten en muletillas del pensamiento y resetean la inteligencia; injertos cuya implantación colectiva convierte automáticamente a quien los rechace en un proscrito o outsider ... condenado a la intemperie. En el Matrix progre, la «ciudadanía» (esto es, el pueblo convertido en rebaño reseteado) vive plácidamente con sus injertos, que llega a interiorizar como mecanismo de supervivencia. Y así, por ejemplo, a la «ciudadanía» humillada se le impone mediante injerto que la guerra de Irak, en la que mueren niños despedazados por las bombas de los terroristas, es una vergüenza universal; en cambio, la guerra de Afganistán, donde igualmente mueren niños despedazados por las bombas de los terroristas, se erige como por arte de birlibirloque en un combate justo contra «el terrorismo islamista que ha declarado la guerra al mundo civilizado y a todos los que no están dispuestos a someterse a su terror» (Chacón pixit y dixit). Entre los injertos emocionales que garantizan la supervivencia en el Matrix progre se cuenta la consideración de la Guerra Civil como un tebeo de buenos y malos; donde los malos eran los abuelos de la gente de derechas, quienes -si no desean convertirse en proscritos condenados a la intemperie- tendrán por cojones que asimilar la doctrina oficial.

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