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Desenterrando muertecitos

EN nuestro Siglo de Oro, la vice Fernández de la Vega se hubiese ganado la vida estupendamente como actriz de autos sacramentales, envuelta en una capa negra con capuz y portando una guadaña; pero en una época en la que escasean las dramaturgias de fuste a la vice Fernández de la Vega le han buscado acomodo en el gobierno, donde nunca está de más un ministro cuyo careto nos recuerde que vamos a morir. La impresionante apostura fúnebre de la vice se realza todavía más cuando nos habla de los muertecitos de la memoria histórica (viéndola perorar sobre el tema, la liturgia del Miércoles de Ceniza se nos antoja una verbena), que es el gran auto sacramental del gobierno de Zapatero. A los aldeanos del Siglo de Oro, les representaban autos sacramentales para que se olvidaran de las vanidades mundanas y se preocuparan de la salvación de su alma; a los palurdos del Matrix progre, los aturden con el tabarrón de la memoria histórica para que se olviden de la crisis económica y se preocupen de su salvación ideológica. Pero ya se sabe que no hay salvación si no se tiene un conocimiento mínimo de los dogmas; y del mismo modo que los autos sacramentales desempeñaban una función catequética entre los aldeanos del Siglo de Oro, el tabarrón de la memoria histórica sirve para formatear el cerebro a los palurdos del Matrix progre, que después de escucharlo machaconamente aprenden a decir frases ideológicamente correctas tal que así: «El gobierno legítimo de la República defendió la democracia y combatió el fascismo». Que es exactamente lo mismo que hace hoy Zapatero, por cierto; sólo que Rajoy, aunque gallego como Franco, es algo menos bragado.

Y, si el gobierno legítimo de la República se cepilló el oro del Banco de España, ¿por qué no iba Zapatero a cepillarse el dinero de los palurdos del Matrix progre? A Negrín los rusos le dieron tanques y un retiro dorado en París a cambio de los lingotes de oro del Banco de España; y a Zapatero el tabarrón de la memoria histórica le da un respiro mientras dura la crisis y quién sabe si una candidatura al premio Nobel de la paz cuando se retire. La vice Fernández de la Vega, muy puesta en su papel macabro, acaba de explicar cuáles serán las primeras disposiciones del gobierno de Zapatero para mantenernos entretenidos mientras nos despluman. Así, por ejemplo, hemos sabido que los supervivientes de las Brigadas Internacionales podrán adquirir la nacionalidad española. «Pero... ¿esos tipos no vinieron a matar españoles en nombre del comunismo?», se podría preguntar un palurdo del Matrix progre al que aún no le hubiesen formateado el cerebro. «No, pobre palurdo, no -lo reconvendríamos-. Esos héroes vieneron a matar fascistas en nombre de la democracia. A ver si lo asimilas de una vez, pobre palurdo: los heroicos brigadistas, como los heroicos milicianos socialistas y comunistas, luchaban por la de-mo-cra-cia. Y la gentuza contra la que peleaban eran fas-cis-tas. ¿Lo has comprendido ya?».

También hemos sabido que el gobierno va a expedir carnés de represaliado a todo quisque: no sólo a los represaliados propiamente dichos, sino también a sus descendientes (esto de la represalia, por lo que se ve, se hereda como la hemofilia). Todavía no se ha determinado para qué servirá, pero entretanto el gobierno va a llenar las carteras de los españoles de carnés de represaliados, como los fabricantes de cromos llenan los bolsillos de los niños de caretos de futbolistas. «Oiga -vuelve a preguntar el pobre palurdo al que aún no le han formateado el cerebro-, ¿y no podría servir ese carné para que te declaren excento de pagar el plazo de la hipoteca?». Pues va a ser que no. «¿Y para que te hagan una rebajilla en la cesta de la compra?». Pues tampoco. «¿Y para que puedas echar gratis gasolina al coche?» Que no, pobre palurdo, que no, que ese carné es solamente para que se lo puedas rebozar por los morros a tus vecinos fascistas; y para que te mantengas entretenido, sobeteándolo, mientras el banco te desahucia o te mandan al paro. «¿Y qué haré yo entonces?», pregunta en tono suplicante el pobre palurdo. Pues lo que podrían estar haciendo todos los parados que hay en España, en lugar de quejarse tanto: coger un pico y una pala y ponerse a desenterrar muertecitos de la memoria histórica.

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