¿Sunami o calma chicha?
El debate político sobre la crisis económica «mundial» está ausente en nuestra sociedad. Como nos sucede con tantos otros problemas, los españoles vivimos en el ensimismamiento. Es nuestro estado «normal». Una forma colectiva de ser y de estar. Rara, arriesgada. ¿O no es insensato dar ... la espalda al peligro de estar ante un desastre similar al del 29 o ante un sunami económico y social como profetiza Jacques Attali? ¿Apocalíptico este? Decía recientemente en «Le Monde» que él se limita a plantear la posibilidad de la tragedia a la vista de los síntomas. Reconoce que, como analista, se siente desbordado por la situación y que no cabe descartar una solución mediante la que podría salvarse lo cotidiano, las economías privadas. Si fuera así, la crisis quedaría desplazada en buena medida a las altas zonas de las finanzas internacionales.
Entre nosotros tan sólo algunos de los economistas que hacen opinión (el profesor Velarde, por ejemplo) vienen tratando de advertirnos sobre la traducción nacional de la crisis. Por su lado, los partidos están rehuyendo el debate en la profundidad que este requiere. El Partido Popular ha tenido razón al hacer un ajuste de cuentas al PSOE a propósito de la negación de la existencia misma de la crisis que este hizo durante la campaña electoral, pero no quiso ir más allá por temor a que el mero reconocimiento de la crisis mundial le permitiera a Zapatero justificar la española. De este modo, el PSOE ha negado estúpidamente la evidencia de la crisis española y el PP ha rebajado la trascendencia de la crisis mundial porque, además, trata de escamotear el debate sobre los mecanismos del liberalismo que están tras la globalización de la economía mundial.
Los españoles tenemos necesidad de un debate público sobre los principios que inspiran la política económica y que es lo que permite distinguir los modelos de sociedad que defienden los liberales y los socialdemócratas, es decir, el PP y el PSOE.
Me temo que, sin embargo, nos quedaremos con las ganas. En esta ocasión posiblemente nuestro ensimismamiento tendrá que producirse en la vorágine producida por un sunami social y económico.
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