La cápsula de ayuda a morir que no se atreve a utilizar ni Suiza
No necesita la presencia de un médico, sino que el propio usuario puede apretar un botón y accionarla
El 30% de las eutanasias del año pasado se practicaron en Cataluña

La utilización en Suiza de una cápsula de ayuda al suicidio, denominada Sarco, aún no ha sido autorizada y, por ahora, continúa la polémica en torno a este dispositivo que preconiza el derecho a morir con dignidad a través de una eutanasia legal. ... Las asociaciones suizas de ayuda al suicidio se han opuesto tajantemente.
El lanzamiento de esta cápsula de la muerte, que no necesita de la presencia de un médico para ser usada, estaba previsto a mediados del pasado mes de julio en el cantón de Valais. En ningún lugar del mundo se ha realizado un experimento de esta índole. El evento, anunciado por la edición dominical del prestigioso periódico 'Neue Zurcher Zeitung', fue prohibido por las autoridades cantonales. Un mediático experimento con el que se pretendía poner fin a la existencia de una norteamericana seleccionada especialmente para la ocasión no llegó a celebrarse y los creadores de Sarco tuvieron que enfrentarse, a parte de la prohibición de las autoridades cantonales, con el escepticismo de la población.
De apariencia futurista, el dispositivo bautizado Sarco (por sarcófago) tiene forma ovalada y está fabricado en plástico violeta, color elegido por simbolizar la dignidad. Tiene el tamaño de un cuerpo humano con una estructura ligeramente inclinada, como una tumbona, y está equipado con unas ruedas que permiten transportarlo con facilidad en el exterior. La muerte se provoca apretando un botón que deja escapar en el habitáculo una fuerte cantidad de nitrógeno. Sus creadores han cuidado los detalles y han previsto que el gas pueda también expandirse con un abrir y cerrar de ojos en caso de que la persona no pueda accionar el botón. Un cristal permite admirar el cielo antes del último suspiro.
En cualquier caso la muerte sería sin dolor y se produciría en menos de cinco minutos, según sus inventores. Resultado de una colaboración entre un médico australiano militante a favor de la eutanasia, Philip Nitschke, y el ingeniero holandés Alex Bannink, el dispositivo Sarco está dando mucho que hablar.
Nitschke, controvertido personaje de 76 años, fundó en Australia, en1997, una asociación de eutanasia voluntaria llamada Exit International (no relacionada con Exit, una de las principales asociaciones a la muerte asistida de Suiza). Desde entonces ha batallado a favor de la asistencia al suicido sin dolor. En este caso la persona moriría por asfixia.
Morir tras dos respiraciones
Durante la presentación, en una polémica conferencia de prensa, en Zurich de la cápsula Sarco, a mediados de julio, Nitschke, que hizo una fugaz aparición al final de la misma, argumentó que la persona no sufría porque tras dos respiraciones perdía el conocimiento.
Las principales asociaciones suizas de ayuda a la muerte asistida, Exit y Dignitas, no participaron en esta conferencia de prensa y se oponen a la utilización de esta cápsula. El presidente de Exit, Jean Jacques Bise, declaró a este diario que en ningún momento se ha hablado de estudiar la utilización de este dispositivo en territorio helvético ni tampoco se han iniciado contactos con Nitschke. «Nosotros no utilizaremos por el momento este instrumento», declaró rotundo Bise. «Imagínese la diferencia entre morir escuchando música, con la mano cogida de un familiar o acompañado de un nieto que lee un poema y hacerlo encerrado en esta caja, aunque sea delante del paisaje más bello, apretando un botón», explicó.
En fase experimental
La cápsula está en fase experimental desde hace varios años, desde 2021, y habría supuesto inversiones del orden de 600.000 francos suizos. El modelo se puede imprimir en tres dimensiones, llevaría unas 1.000 horas hacerlo, y su coste sería de 15.000 francos suizos. El objetivo último de Nitschke es que sea accesible a todos sea cual fuera su situación.
Last Resort, será la organización encargada de promover la utilización de la cápsula en Suiza y espera conseguir las autorizaciones necesarias en los próximos meses. El debate gira actualmente en torno a la legalidad o no de su uso. Suiza ha sido escogida por Nitschke por tener una leyes muy liberales respecto al suicidio asistido y porque existe un vacío jurídico que podría permitir el funcionamiento de Sarco.
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