entrevista
Andrés Calamaro: «En la soledad encontré mi máxima expresión»
El artista argentino actúa esta noche en el Cartuja Center Cite de Sevilla, donde repasará en directo su amplio y exquisito repertorio, uno de los más importantes de la historia del rock hispano
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Andrés Calamaro es un místico. Lo es, aun cuando canta la carne, la alegría, la amistad, el amor, el sexo, la droga y el rock n' roll. El misticismo se deriva, en su caso, de un exceso de sensibilidad. «Escribe con sangre y verás ... que la sangre es espíritu», sentenció Nietzsche.
Posee una capacidad abrumadora para deleitarse y deleitar a través del arte. Igual se emociona inmortalizando una media verónica de Morante en la Maestranza, escribiendo algunas de las mejores canciones que se han escrito en castellano a lo largo de la historia del rock, leyendo la filosofía de su admirado Antonio Escohotado o reverdeciendo un gol maradoniano de su otro amigo Diego Armando Maradona, algo que por supuesto también es puro arte.
El 'Salmón', ha sufrido componiendo y grabando, vomitando borbotones de honestidad brutal durante años repletos de toxicidad. Los mismos en los que ha aglutinado uno de los cancioneros más bellos e imprescindibles de las últimas tres décadas. No obstante, como todos los grandes que optan por no navegar en la palangana moral de Pilatos, Calamaro no ha sido inmune al ataque, al insulto e, incluso, a campañas de desprestigio orquestada para bajarle del rango de aristócrata del rock hispano. El argentino es buen encajador, entre otras cosas porque no le hace el más mínimo daño los golpes que recibe en redes sociales por el simple hecho de opinar contra la corriente del «puritanismo moralista extremo».
Horas antes de subirse esta noche al escenario del Cartuja Center Cite, una cita para la que aún quedan entradas y en la que hará un recorrido por lo mejor de su repertorio acompañado de una gran banda, Andrés Calamaro atiende a este periódico para hablar de todo lo que se ponga a tiro. Como de costumbre, durante la entrevista su verbo no atiende a conveniencias, abomina del 'anti careta' para ir siempre de frente.
—¿Woody Allen afirma en su libro de memorias que arrancar risas al público es un gran colocón. ¿Para un rockero también supone un gran colocón lograr una ovación en un concierto?
—A cualquiera le gusta una ovación de pie, futbolera y emotiva, poner bocabajo la plaza. El rock no es tan complicado como los toros, por ejemplo. Hay que ganarse el aplauso, pero con la diferencia de que el público va a los shows predispuesta a aplaudir las canciones, tampoco se entera mucho de los detalles.
—¿En el premiado documental producido por National Geographic sobre su vida y carrera afirma que se considera el líder anti careta de su generación (en Argentina careta significa falso). «Como dijo Maradona, el único récord que quiero cumplir es el de ser la persona menos careta del año». ¿Lo está consiguiendo?
—El puritanismo moralista extremo, la censura y la represión, ya no son herramientas exclusivas de las dictaduras militares, las políticas conservadoras, la policía o la institución religiosa; ahora te delata cualquier pringado resentido o desinformado. Aún aplico la máxima de Maradona. Este sentimiento de insurgencia individual fue una contraseña, un código. Nos identificamos por eso, por «anti caretas».
—Ha estudiado y profundizado en el folklore argentino y en el español. ¿Qué similitudes y diferencias destacaría entre el tango y el flamenco? ¿Y entre Gardel y Camarón?
—Todo es distinto, la época, el compás y la historia. Camarón caminaba sobre el agua. Como Héctor Lavoe. Gardel cantaba hace cien años, fue un artista allende las fronteras, hizo cine en los Estados Unidos y esas cosas. Tres genios de la música –y tesoros de nuestro idioma– que duraron poco.
«Dudo que ahora mismo exista un artista como Morante de la Puebla en el rock and roll. Ni en la pintura, ni en el cine, ni en la literatura. Es el artista del mundo».
Andrés Calamaro
Cantautor
—El pasado 26 de abril, mientras disfrutaba desde el ordenador de la histórica tarde de Morante en Sevilla, dijo que se había «emocionado como nunca», para rematar definiendo como hereje a todo aquel que no sabe que la tauromaquia es arte. Supongo que lamentó no haber estado ese día en la Maestranza.
—Me gusta ver los toros por televisión, escuchar los comentarios de Domingo Delgado de la Cámara y ver las repeticiones en cámara lenta. Me descubrí con la faena del rabo. No soy fetichista presencial, aunque es importante estar para acompañar a la gente del toro, aficionados y profesionales, que vean que queda un músico que no se esconde, un argentino decente.
—Si Morante fuese un rockero, ¿quién sería?
—Dudo que ahora mismo exista un artista como Morante en el Rock n' Roll. Ni en la pintura, ni en el cine, ni en la literatura. Es el artista del mundo.
—¿Hablando de toreros, Rafael 'el Gallo', dijo que «clásico es aquello que no se puede hacer mejor». Según esta afirmación del maestro, ¿está de acuerdo en que la inmensa mayoría de sus clásicos se encuentran en Alta Suciedad y Honestidad Brutal?
—Mi intención es mejorar la música todo el tiempo. Para doblegar las grabaciones de 'Alta Suciedad' y 'Honestidad Brutal' hice música secreta. Después de 'El Salmón' la exploración musical resultó ser un anónimo laboratorio de sonidos donde ni tan siquiera pensaba en compartir la música con nadie más. Di la espalda a los discos, las promociones o la validación de nadie; renuncié a los aplausos, las críticas y los elogios. Me embarqué en una aventura artística completamente ajena a la vanidad o el negocio. No soy clásico, en la soledad encontré mi máxima expresión. El de las canciones «clásicas» es un alter ego.
—Hace justo un año se encontraba dando una charla-conferencia junto a Sánchez Dragó en el mítico Café Gijón de Madrid. ¿Echa mucho de menos a su amigo Fernando?
—No se puede lamentar a Dragó. Fue un ejemplo en todo. Siempre gracioso y tan culto, sabía amar y ser amado. Uno entre un millón. No parecía español.
—¿Qué le está faltando al mundo desde que se fue Antonio Escohotado?
—Antonio es una brújula, un faro indispensable. Se le va a seguir leyendo dentro de cien años. Un tesoro de persona, tan sabio y a la vez cercano y normal.
—¿Es cierto que las palabras de Escohotado en la soberbia 'Nunca es igual' no fueron grabadas en un estudio, sino que formaron parte de una conversación privada entre los dos que usted grabó? Así lo cuenta él mismo en el imprescindible 'Los últimos días de Antonio Escohotado'.
—Sí, claro. Nos encontrábamos en mi casa o en casa de Antonio. Este formidable texto narrado lo grabamos en Malasaña, le recuerdo cantando y tocando la guitarra también.
Concierto de Andrés Calamaro en Sevilla
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Dónde: Cartuja Center Cite.
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Dirección: calle Leonardo da Vinci, 7 (Isla de la Cartuja).
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Cuándo: jueves 22 de junio.
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Hora: 21.00 horas.
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Precio: desde 38 euros.
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Entradas: cartujacenter.com
En su juventud hizo sus pinitos en la radio dirigiendo un programa en Argentina. Recientemente su altamente recomendable podcast 'Ni chivatos ni membrillos' ha sido todo un éxito. ¿Le ha llegado alguna propuesta interesante acerca de hacer algo parecido con más regularidad? ¿Le motivaría esa idea?
Sí, me gustaría hacer más cosas en la radio, pero me consta que es algo a lo que hay que dedicarle más tiempo y una cierta periodicidad.
En el mencionado podcast dedica un silencio a la memoria de Jesús Quintero, que le entrevistó hace unos años en su teatro de Sevilla. Suena a frase muy recurrente, ¿pero se están yendo los mejores?
Gente tan especial como Quintero siempre se están yendo.
—¿Qué opinión le merece el rock que se hacía en los setenta en Sevilla?
—Tengo un concepto magnífico de esa música. A Silvio, Triana y Smash los tengo en un altar.
Hace apenas diez días actuó en Sevilla su ídolo musical Bob Dylan, quien brilló a sus 82 años con un gran concierto desde el piano y acompañado por unos músicos extraordinarios. Usted también ha vuelto al teclado en sus últimas giras. ¿De qué depende que una gira la afronte al teclado o como front man tradicional con guitarra?
Estoy tocando más el teclado porque soy más fluido con esta clase de instrumentos y no ensayé nada con la guitarra. Llevaba desde diciembre sin practicar. Este repertorio es muy vocal, tiene menos espacios de improvisación musical; el público parece encantado, pero me exige bastante.
—¿Se ve a los 82 años girando por el mundo a lo Bob Dylan?
—Llegar intacto hasta fin de año ya estaría bien.
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