Inventando el elixir del amor

Un investigador español acaba de patentar un producto que denomina «Licor del Paraíso». Al parecer está basado en un antiguo elixir usado por el poeta Ausías March, basado en una antigua pócima del siglo XV. Tendrá clientes. El ser humano se ha pasado la vida intentando buscar estímulos externos a su libido. Ha ingerido toneladas de presuntos afrodisíacos: ostras, chocolate, miel, trufas, caviar, caracoles, apio, sesos, higos, clavo, menta, ortiga, alhova, cardamomo, coriándano, ginseng, jengibre, regaliz, ajo, pimienta, nuez moscada, ámbar gris, hoang-nan, nuoc-mam, ylang-ylang, almizcle, huesos de tigre, pene de foca, cola de caimán, cuerno de rinoceronte. En fin, mandrágora, cantárida, clorhidrato de yohimbina. Incluso ha probado lo que no está escrito ni siquiera en el Libro de los Remedios de Fray Anselmo que, por tener, tenía la receta de un ungüento para hacer salir los pezones; la de un bebedizo contra la perlesía; una mixtura para que se caigan los callos; un emplasto contra las verrugas; polvos contra las erisipelas; tisanas contra el mal de ojo; elixires contra venenos, y hasta un «secreto maravilloso, el cual sólo era conocido por la secta de los Rosa-cruces, titulado Polvos Simpáticos».

El primer restaurante erótico se estableció en China durante la dinastía Tang, hace la friolera de veintiocho siglos. El Kama Sutra hindú escrito hace mil quinientos años incluye muchas maneras para que el hombre incremente su vigor sexual con alimentos. (Digo yo que para poder ejercitar las posturas que recomienda). Lo mismo hacen los libros chinos de Almohada y los shungas del Japón. Algunos presuntos afrodisíacos tienen su fundamento científico. Pero la mayoría actúa por simple impulso de la imaginación. Otrosí digo que si los poemas de Ausías March no hubieran sido tan malos seguramente su autor no hubiera necesitado el elixir del amor.