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De los pájaros y el vino

Los bodegueros revivieron el lanceo de jabalíes practicado por nuestros nobles en la Edad Media

De los pájaros y el vino BARCA

Javier Hidalgo

El mágico triángulo Sanlúcar-Puerto-Jerez atrajo desde muy temprano a comerciantes británicos que venían a establecerse en este rincón geográfico del suroeste español, para dedicarse al embarque de sus vinos, únicos, con destino a su país.

Shakespeare (1564-1616) había cantado las excelencias de estos caldos por boca de Falstaff en su obra «Henry the Fourth» y, tan populares llegaron a ser en aquel mercado, que la Corona comisionó a un abyecto pirata, elevado a la distinción de knight, para que, al frente de una flota de guerra, desembarcara en Cádiz y saqueara las bodegas de la región. Una actitud tan imperialista como propia de la Pérfida Albión que, previamente y con asiduidad, había expoliado nuestros barcos cargados con mercancías preciosas en mitad del Atlántico, procedentes de las colonias americanas.

Inclinación naturalista

Afortunadamente, sir Francis Drake no tuvo el éxito esperado en su misión, pero el Sherry o Sack, como se conocía en tiempos del poeta de Stratford -upon-Avon, siguió ganando cotas de mercado, de forma que, a partir del siglo XVIII y hasta principios del XX, la afluencia de estos comerciantes viajeros a la zona aumentó considerablemente. Por esta misma época, el estudio de las ciencias naturales y concretamente de las aves, así como la recolección de sus huevos para la creación de colecciones, se puso de moda en Gran Bretaña, hasta tal punto que el «Critical Review» llegó a declarar en 1763 que la historia natural había pasado a ser el estudio favorito de todos los tiempos.

Algunos de aquellos comerciantes en vinos estaban poseídos por esa inclinación naturalista y también por la afición cinegética y encontraron en esta región un escenario ideal para la práctica de sus dedicaciones favoritas. No solo trajeron la práctica ornitológica, sino que además aquellos agentes vinateros introdujeron en nuestro país otras prácticas relacionadas con los, llamados por ellos, deportes del campo. Así se revivió el lanceo de jabalíes que nuestros nobles habían practicado en la Edad Media. Y las primeras carreras de caballos oficiales que se corrieron en España, lo fueron en Sanlúcar en 1845, naturalmente bajo la normativa del Código de Carreras británico.

Estos vinateros-ornitólogos-cazadores publicaron libros y contagiaron a ciertos personajes nativos y, de esta forma, la ciencia Ornitología comenzó a ver la luz en este rincón, bautizada con los vinos que hoy constituyen las denominaciones de origen Jerez y Manzanilla.

Con estos cimientos, la dedicación a las aves y a su estudio y conservación comenzó una trayectoria imparable en nuestro país en la década de los 50 del siglo pasado. En ella tuvieron lugar las Doñana Expeditions, unos viajes de exploración de nuestro primer espacio natural, realizado por científicos de varias nacionalidades, que contaron como anfitrión y mecenas con Mauricio González-Gordon Díez, marqués de Bonanza. Miembro de una familia propietaria de parte de Doñana y, a su vez, de la, probablemente, primera firma bodeguera de la nación, González Byass and Co, Mauricio y sus vinos propiciaron el éxito de las Expeditions, que abrieron Doñana y el conjunto de espacios naturales andaluces a la ciencia internacional. El Dr. Valverde, miembro de la tercera expedición, se refiere en sus memorias al "continuo y oportuno suministro del néctar jerezano" con que los favorecía Mauricio. El marqués de Bonanza, nacido y educado en Inglaterra (Hampton Hill, 1923–Jerez, 2013), también protagonizó la fundación de la Sociedad Española de Ornitología, junto a un grupo de ornitólogos nacionales entre los que estaba mi padre, precisamente en Jerez, en 1954. Y además acometió la traducción de la Guía de Aves de Europa, cuyos autores, Roger T. Peterson, Guy Mounfort y Phil A. D. Hollom, estaban entre los miembros de las Expeditions. La Guía fue publicada en español por Omega en 1957. Todo ello bien enjuagado con los caldos de la bodega jerezana…

WWF y Doñana

A comienzos de los 60, el mismo grupo y otros entusiastas extranjeros, entre los que estaban Peter Scott, Max Nicholson, el Príncipe Bernardo de Holanda o el Duque de Edimburgo, emprendieron la recaudación de fondos para comprar una parte de Doñana y consagrarla a la ciencia y a la conservación. Para ello fundaron el World Wildlife Fund (WWF). Existe una foto del Dr. Valverde vertiendo una botella de Tío Pepe desde el caballo y sobre las aguas de la marisma, para simbolizar así la compra de aquellos terrenos.

Sin duda, el vino tuvo mucho que ver con la generación del interés por las aves en España y con el desarrollo de su estudio y conservación.

Publicado en ABC el viernes 1 de diciembre de 2017

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