Galicia verde

Si aspiramos a recibir a visitantes cada vez de mayor poder adquisitivo, que no vengan de modo fugaz y que disfruten pausadamente de nuestra tierra, la sostenibilidad medioambiental va a ser una ayuda fundamental y al igual que el Camino de Santiago, una carta de presentación muy atractiva para los viajeros.

La lluvia que tanto fastidia a algunos nos regala el aire más limpio de las ciudades españolas, y las temperaturas suaves que arruinan jornadas de playa son también las que permiten un ecosistema único en Europa, con bosques como las Fragas del Eume o el Courel, que aún no hemos aprendido a valorar como se merecen.

Nosotros no podemos competir turísticamente con el Sol y playa del Levante o Andalucía, pero sí podemos complementar la riqueza cultural, paisajística y gastronómica con una apuesta por el medio ambiente que nos ponga a la vanguardia de Europa en un camino que tarde o temprano tendremos que recorrer. A largo plazo no podremos seguir quemando carburantes o carbón para generar energía, y no sólo porque sean recursos limitados, sino porque no son medioambientalmente sostenibles.

El hombre carece de límites pero el planeta en el que nos ha tocado vivir sí los tiene: en la era post-petróleo contamos con muchas papeletas para ser un referente. Nos sobran viento, olas, mareas y vegetación para ser potencia en energía eólica, undimotriz, biomasa o maremotriz. A la meta de las renovables, y a la protección de la naturaleza no podemos llegar tarde: si sembramos ahora recogeremos beneficios más pronto que tarde y no sólo medioambientales sino también económicos. El medio ambiente ya no es una cuestión de fanáticos, o de profesores de ciencias, es el único camino posible, y encima es bueno para el turismo.