EL GARABATO DEL TORREÓN
¿Quién paga todo esto?
Cómo explicar la resignada conformidad ante la ostentosa presencia de un completo servicio de seguridad para velar por el apacible tránsito intestinal del presidente del Club Joven del PP de Aravaca
Con el otoño a punto de entrar por puertas, todavía está pendiente de aclaración y puesta en limpio la cuenta de gastos del escandaloso espectáculo que la Administración del Estado ofreció, cuando el apogeo canicular, a los habitantes de Ribadeo y a los numerosos forasteros ... que cada año por esas fechas visitan la capital de A Mariña oriental, una de las villas más hermosas de Galicia.
Los ribadenses tenemos fama (quizá justificada, no entremos ahora en pleitos de menor cuantía) de un algo atrabiliarios, como consecuencia, al parecer, de las disputas meteorológicas entre el nordeste y el vendaval, nuestros vientos lares. Pero llegada la ocasión damos ejemplo de sensatez. Así y solo así cabe explicar la resignada conformidad con que la ciudadanía ribadense soportó, mediado agosto, la provocación ocasionada por la ostentosa presencia, en un conocido restaurante del muelle de Porcillán, de un completo servicio de seguridad (coches, guardaespaldas, policías locales y agentes de la Benemérita) desplegado con el fin de velar por el apacible tránsito intestinal de un sujeto cuya credencial institucional es de tanto rango como su representatividad política: presidente del Club Joven del Partido Popular de Aravaca, uno de esos tingladetes a cuyo lado la antigua OJE adquiere dimensiones ejemplarizantes de mesura y austeridad.
El alarde de automóviles, funcionarios y armas cortas hizo que los espectadores situados en primera línea de pista avisasen del numerito al alcalde, quien, cumplidor y cortés, se personó en el lugar de los hechos, dispuesto a presentar sus respetos a lo que se suponía distinguido e imprevisto visitante, tal vez con rango de huésped en Zarzuela o, cuando menos, en Moncloa. Presentose, inquirió, echó ojo al pollastre, fuese y no hubo nada.
Como dijo nuestro admirado Josep Pla en ocasión famosa, «¿quién paga todo esto?».
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