EL CALEIDOSCOPIO
La oposición desgastada
PEDRO arias
El culebrón político del caso de Carmen Iglesias —la candidata número dos de la lista ourensana de AGE— ha entrado en una nueva fase, bajo los focos del Parlamento de Galicia, donde finalmente se sentará en los escaños de su sigla. Lo hará en sustitución, — ... por renuncia voluntaria—, del número uno, David Fernández Calviño, de Anova, que abandona el escaño por una beca de estudios en Dinamarca; tras poco más de un año de ejercicio sistemático de imputaciones y descalificaciones a la Xunta y al grupo parlamentario que la respalda. Carmen Iglesias pertenece a Izquierda Unida, una de las patas de la colación de AGE, y precisamente desde su propia formación le han dirigido los ataques más amenazantes que una persona pudiera recibir en democracia, como el hacerle imposible el trabajo político, el convertir en tormento insoportable la honrosa representación de los ciudadanos que la han votado.
Yolanda Díaz, su secretaria general, ha oficiado contra Iglesias el papel de Gran Inquisidora en plaza, como si los cargos electos de su formación fuesen reductos feudales propios. Se ha dirigido a ella como hace habitualmente contra el presidente de la Xunta, a quien acusa de los peores delitos que da de sí su repertorio de invectivas. Con Iglesias, Díaz puso el piñón fijo que ejerce contra Feijóo, confundiendo la tolerancia y paciencia parlamentaria con la negativa de un derecho constitucional, que además Iglesias en modo alguno estaba dispuesta a renunciar. Una militante de izquierdas de la Galicia interior, curtida por treinta años de paciente trabajo opositor, difícilmente se plegaría a repartos por arriba, a cuotas sobreentendidas y a desaires del aparato. Es de psicología elemental, sino de instinto político.
Hoy le ha tocado la sustitución a IU y mañana le puede tocar a Anova o cualquier otra sigla del amalgama de AGE. En realidad fueron las direcciones de los partidos quienes definieron órdenes y repartos provinciales; el electorado no hizo más que consagrarlo y la salida de Calviño fue una decisión personal, no una imposición de Iglesias.
Finalmente Beiras ha visto el desastre y ha salido al rescate de AGE, desautorizando a Díaz y apoyando, con supuestos criterios legales y morales, la incorporación de la diputada ourensana de IU al grupo parlamentario. Es político experimentado y sabe que los puñetazos y zapatazos encima del escaño hay que reservarlos para los adversarios; con los propios, mano izquierda y comprensión de entrada. Luego ya se verá. Porque si renunció al independentismo explícito, aliándose electoralmente con un partido sucursalista y españolista, con excelentes resultados en votos, no se va a sacrificar una expectativa de crecimiento con la locomotora de una IU en alza en toda España —recogiendo el espacio perdido por el PSOE— y con la propia ocupación en Galicia de espacios nacionalistas antes en monopolio del BNG. Demasiado coste por una querella interna y provinciana.
Pero el mal está hecho, difícilmente se olvidará el carácter real de AGE como una opción de conveniencias, personalista en sus conflictos y en sus soluciones, sin línea estratégica ni principios sólidos, mezcla de primitivismo y oficio tradicional, unas veces independentista y otras federalista en aras del consenso y el derecho a decidir. La mala oposición desgasta más que el difícil ejercicio del gobierno.
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