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deporte femenino

El bronce que pide igualdad

Silvia Navarro, portera de la selección de balonmano, reclama que el éxito del deporte femenino no caiga en el olvido

El bronce que pide igualdad abc

raúl cosín

Con absoluto orgullo asumieron el ser conocidas como las «guerreras» las chicas de la selección española de balonmano que en Londres 2012 lograron el primer bronce olímpico para la disciplina en féminas.

Arrojo. Carácter. Ambición. Fe. Ejemplar profesionalidad. Calificativos que definieron al equipo de Jorge Dueñas durante todo el torneo para subir finalmente al tercer escalón después de hacer hincar la rodilla a Corea del Sur tras un agónico encuentro que precisó de dos prórrogas (29-31).

El firme caminar de la selección femenina de balonmano, que un año antes lograba también el bronce en el Mundial de Brasil, quedó reflejado en los papeles, en espacios de radio o televisión, y veloz recorrió el mundo a través de la red. Las chicas eran protagonistas de una película de éxito. Los focos mediáticos les alumbraban. Era un momento para inmortalizar, pero no para olvidar. El asunto es que esto último es lo que suele suceder con aquello que no es fútbol, y más aún cuando esa gloria sucede en deporte femenino.

Después de Londres llegó el momento de los reconocimientos locales. La vuelta a casa. Un último estirar el bronce victorioso. Y de nuevo el tercer plano. Y el regreso a la escasa repercusión de la liga doméstica, rota, por otro lado, en patrocinios, apoyos y seguimiento mucho antes incluso de que la difícil coyuntura económica azotase a España. Lo complejo del escenario nacional donde desarrollar su carrera deportiva y profesional ya había asfixiado totalmente antes a clubes históricos como el Osito L’Eliana, el Cementos La Unión, el Elda Prestigio, o el navarro Itxaco, entre otros.

El valor de las «guerreras» no dio para inyectar oxígeno, para lamento de jugadoras, técnicos, aficionados y gerentes de los equipos. Sirva el dato de que diez de las catorce jugadores de la selección que estuvieron en los Juegos Olímpicos de Londres y subieron un bronce al medallero de España han seguido su vida deportiva optando por emigrar a otras ligas. Dueñas realizó su última convocatoria para la Carpaty Trophy en Rumanía que finalizó el pasado 24 de marzo. En la lista, dieciséis jugadoras. Sólo cinco compiten en España en clubes como Elche Mustang, Bera Bera, BM Ro’Casa Gran Canaria, y Cleba León.

Silvia Navarro (Valencia, 20/3/1979) fue la «guerrera» que cerró la portería de España en los Juegos. Guardameta de paradas enormes, de absoluto compromiso con su profesión, que tras seis años en el Itaxco tuvo que seguir su camino en el Oltchim rumano. La jugadora valenciana atendió a ABC desde su país de adopción y reflexionó respecto a la situación del balonmano y el deporte femenino.

«Desgraciadamente hemos tenido que ‘huir’. Después de las Olimpiadas hubo que coger caminos distintos fuera de España debido a la situación de crisis, que influye a los equipos en nuestro país, pero también en Europa. Hay compañeras están en Eslovenia, en Alemania, en Hungría, en Francia o en Rumanía», explica respecto a la emigración de las «guerreras».

Silvia agradece la atención recibida y la cobertura que se dio en los medios durante los Juegos de Londres, pero insiste y lamenta que «no podemos caer en el olvido. El balonmano, el waterpolo, la sincronizada,... el deporte femenino en general tuvo mucha repercusión, pero debemos luchar cada día para que eso se recuerde». «Hubo un ‘boom’ en el momento, pero luego se esfumó. A diferencia del deporte masculino, más con el fútbol como deporte rey, se evapora en seguida nuestro éxito. Tenemos que seguir luchando para conseguir la mayor igualdad posible, empezando desde la misma federación de balonmano entre chicos y chicas».

Hacia lo amateur

Los resultados que logran las féminas del deporte español también son de absoluto calado, pero Silvia Navarro opina que «no vende, no está a la misma altura que el masculino». Recuerda como ejemplo que cuando estaba en Itxaco hace dos años «jugamos una semifinal y una final de Champions y la repercusión fue escasa, cosa que hubiese sido diferente de haber sido por ejemplo el Barcelona de chicos de balonmano, ni que decir del fútbol».

Comprenden el seguimiento de masas del fútbol y que las diferencias con otros deportes son abismales. Ante eso poco se puede aparecer. Pero no por ello deben quedarse sin apoyos, sin patrocinios privados otras disciplinas. La coyuntura económica agrava la situación. «Equipos como El Osito o El Cementos fueron equipos estandarte. Es una pena que luego hayan caído estrepitosamente por las cuestiones económicas».

La actividad ordinaria de un club de balonmano femenino precisa de una serie de gastos para poder subsistir. La merma está obviamente en los ingresos. Y la situación de las jugadoras profesionales empeora. «Con el paso de los años seremos amateur y tendremos que pagar por el deporte que te gusta y por el que compites», interpreta Silvia.

En no pocos deportes, hay que recurrir a un trabajo complementario para cuadrar cuentas. «Las chicas de waterpolo por ejemplo nos contaban que o eran estudiantes o trabajaban por las mañanas y luego intentaban acoplar horarios de entrenamiento, y con todo lograron la plata. Dile a Messi, por ejemplo, que trabaje por la mañana en una tienda y luego que se ponga a entrenar».

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