sociedad
Dos de cada tres autocares de línea regular no tienen cinturones de seguridad
El accidente de Ávila reabre el debate sobre este dispositivo en una región en la que de los 918 autobuses que prestan sus servicios sólo 303 lo tienen

Con la conmoción del accidente del pasado lunes de un autocar de línea regular a su paso por el término municipal de Tornadizos (Ávila), causando la muerte de nueve personas y 20 heridos de un total de 32 pasajeros, se ha abierto un debate sobre la seguridad de los vehículos de transporte de viajeros, concretamente sobre la conveniencia de que los asientos de los usuarios cuenten con cinturones de seguridad como medida paliativa ante contingentes en los viajes. La normativa nacional fija que todos los autobuses fabricados a partir de 2007 deben contar con estos dispositivos, mientras que los anteriores a ese año no tienen la obligación.
El autocar de la empresa Cevesa siniestrado el 8 de julio contaba con una antigüedad de 16 años y, por lo tanto, carecía de cinturones de seguridad. Además, estaba en su último año de servicio, según establece la reglamentación de transporte de viajeros por carretera. En la actualidad, según datos de la Consejería de Fomento, en Castilla y León en las líneas regulares -como la que cubría el autocar accidentado- prestan servicio un total de 918 vehículos, de los cuales sólo un 33 por ciento tiene cinturones. Es decir, 615 autocares que prestan servicios regulares fueron fabricados antes de 2007 y, por lo tanto, no tienen, esta medida de seguridad.
Un sólo punto de agarre
Esto supone un 66%, frente al 40% de la media nacional, según datos de la Asociación Nacional de Fabricantes de Autocares. Sin embargo, no todos los expertos consultados por ABC coinciden en la posibilidad y conveniencia de habilitar cinturones de seguridad en los vehículos adquiridos antes de 2007. El presidente de la Federación Castellano y Leonesa de Transportes en Autobús (Fecalbus), Gerardo Salgado, pone en duda la idoneidad de esta medida: «Los autocares anteriores de esa fecha no están homologados para tener cinturones de seguridad, pues las butacas no aguantarían el tirón en un accidente. Además, también hay que tener en cuenta las carrocerías, que deberían soportar el empuje de los butacas con cinturón».
El representante regional de los empresarios de autobuses recuerda, además, que los cinturones de los autocares son de un punto de agarre, mientras que los coches particulares son de tres. Fecalbus cifra en un mínimo de 4.000 euros el importe para dotar de cinturones de seguridad a un autocar de 55 plazas, vehículo con precio en mercado superior a los 200.000 euros. Por lo demás, Salgado recalca que en el accidente de Tornadizos ni la estructura del autocar ha tenido graves deformaciones -otra cosa es que hubiese volcado sobre su techo- ni los asientos salieron despedidos
Por su parte, para el delegado sindical de CC.OO. en la empresa Cevesa (propietaria del autocar siniestrado), Pedro Muñoz, la eficacia de los cinturones en vehículos anteriores a 2007 es relativa por la razones anteriormente esgrimidas. Además, junto a los datos técnicos, hay una costumbre humana que invalida este sistema de seguridad, el exceso de confianza. «Algunos pasajeros no se ponen el cinturón. Les advertimos del peligro que supone no ponérselo, además de que en caso de sanción la pagan ellos, pero ni por esas», indica el conductor de Cevesa, quien considera que los pasajeros también pueden contribuir a la seguridad colaborando en los consejos que reciben.
En la actualidad en la Comunidad hay 246 empresas de transporte público de viajeros, que cuentan con 2.568 vehículos. Esta cifra engloba los mencionados 918 de las líneas regulares, así como los correspondientes al transporte escolar y los servicios discrecionales. «La mayoría son pymes», recalca el presidente del sector, aunque en ese total también hay grandes empresas con sede social fuera de Castilla y León que prestan servicios en la región o sus líneas transcurren por ella. En cuanto al número de empleos, el sector genera 3.000 puestos directos y más de 7.000 indirectos.
Un capítulo singular y sensible es el transporte escolar, que traslada al día a casi 38.000 estudiantes en 1.811 vehículos aunque, como matizan fuentes de la Consejería de Educación, algunos son taxis, todoterrenos o minibuses, dependiendo de las características orográficas y de las vías.
En Castilla y León, con una población rural muy dispersa y envejecida y con infraestructuras viarias no siempre óptimas, a lo que se suma la reciente reducción de servicios ferroviarios por parte del Gobierno central, los desplazamientos se hacen fundamentalmente en autobuses y autocares. Según los datos aportados por Fecalbus, en la región el número de viajeros que utilizan este transporte ascendió el año pasado a 167 millones, de los que 71 correspondió a líneas urbanas; 69, a interurbano, y 27, a discrecional y escolar.
A pesar de este elevado cómputo de viajeros y el consiguiente desplazamientos de vehículos, el índice de siniestralidad de los autocares es muy bajo. Según los datos de la Dirección General de Tráfico, en 2011, último año del que se disponen estadísticas contrastadas, de los 2.722 accidentes con víctimas mortales cuatro correspondieron a transporte escolar y 34 a otro tipo de autobuses. A falta de los datos oficiales, el año pasado en Castilla y León sólo hubo una víctima mortal en accidente de autocar -también la única en toda España-, y que costó la vida a una joven de 17 años que viajaba en el autobús que cubría la ruta escolar entre los municipios abulenses de Muñosancho y Arévalo.
Siete veces más seguro
El presidente de Fecalbus, Gerardo Salgado, reconoce que el índice de riesgo es alto, pero el porcentaje de siniestros es mucho más bajo que el de los coches particulares. Según los datos de la Federación Española Empresarial de Transporte de Viajeros es siete veces más seguro ir al colegio en autobús que en vehículo particular. Salgado huye de achacar a las condiciones de la vía la causa de los accidentes. «Es verdad que en las vías secundarias el firme es peor, con baches, socavones, pero los vehículos se adaptan a esas circunstancias. No hay que echar la culpa al empedrado», advierte Salgado.
En cuanto a las irregularidades más frecuentes en este tipo de actividad son las administrativas. Salgado recuerda que, además de que los autocares a partir de su quinto año pasan la ITV cada medio año, «nos controlan a Guardia Civil, Hacienda, Fomento, los discos de los autocares se guardan un año....
Por su parte, los conductores de autocar tienen que renovar el carné de conducción cada cinco años y contar con un certificado de aptitud profesional.
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