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Chávez prepara una Constitución para tener todo el poder y por tiempo ilimitado

Los petrodólares son el talismán del presidente Hugo Chávez para seducir y conseguir los apoyos que le permitan imponer la reforma de una Constitución que le dé todo el poder y de forma ilimitada. Sin

REUTERSEl presidente Hugo Chávez, durante la inauguración de una fábrica estatal, el pasado viernes en el estado de Carabobo

Los petrodólares son el talismán del presidente Hugo Chávez para seducir y conseguir los apoyos que le permitan imponer la reforma de una Constitución que le dé todo el poder y de forma ilimitada. Sin embargo, son muchos los que ven a su «socialismo del siglo XXI» como un camino que va a llevar a Venezuela al abismo y la tragedia.

El líder bolivariano pretende transformar la actual Carta Magna, con menos de nueve años de vida, en otra que le permita cambiar la estructura política democrática del país por algo muy cercano al modelo castro-comunista.

En el terreno interno el presidente Chávez ha repartido parte de los cuantiosos ingresos petroleros entre los pobres, pero no para impulsar el desarrollo del país sino para mitigar el hambre de la población o dar «migajas» o «burusas», como dice el ex candidato presidencial y gobernador del Zulia, Manuel Rosales.

Su proyecto socialista comienza por la ideologización desde temprana edad con el reparto de una merienda escolar consistente en una «cajita socialista» pintada de rojo. El propio mandatario ordena que el adoctrinamiento ideológico vaya desde «las guarderías hasta los cuarteles». Además insiste en que nadie se sonroje cuando le pregunten si están ideologizando en las escuelas.

Seis millones de partidarios

Si hace 500 años atrás el dar «un espejito por una pepita de oro» significaba un pacto entre el español y el indígena, el mandatario venezolano ha conseguido ganar todas las elecciones desde 1998, dando una bolsa de comida, una beca, un puesto en la administración pública, una ayuda para operarse de los ojos, a cambio del voto o vestirse con la camiseta roja para ir a una manifestación chavista. Casi seis millones de personas fueron «invitadas» a inscribirse en el partido de Chávez y hoy se benefician de la política gubernamental.

Ningún otro presidente venezolano ha hecho «tanto» por los pobres, aunque tampoco tuvo «tantos» ingresos por el petróleo -más de 500.000 millones de dólares- para repartir y conseguir apoyos en el exterior. Paga la deuda externa de Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay o da ayuda financiera a los gobiernos afines de Cuba, Bolivia, Ecuador o Nicaragua. También se han establecido acuerdos estratégicos con Rusia, China, Corea del Norte, Irán y Bielorrusia.

En los últimos tres años el país ha tenido un crecimiento medio de un nueve por ciento interanual, uno de los más altos de América Latina. Sin embargo, los economistas Orlando Ochoa y José Guerra califican de artificial o burbuja el aumento registrado en el PIB debido al incremento de la renta petrolera y no a la productividad interna.

La nacionalización de empresas como Electricidad de Caracas, Telefónica y las petroleras ha tenido un impacto negativo en la economía, es decir, los inversores se han espantado con los anuncios de Chávez y se han ido a otro lado. El 10 por ciento de las multinacionales se han mudado a Colombia porque Venezuela ya no les ofrece seguridad jurídica.

Para el ex ministro de Energía y ex canciller Humberto Calderón Berti «aquí se va a producir un colapso en PDVSA (Petróleos de Venezuela) porque no se invierte en los campos petroleros y disminuye la producción. De 3 millones hemos bajado a 2,3 millones de barriles diarios, según la OPEP. Aquí trabajamos pero no hay empleo. La política petrolera de Chávez es puro clientelismo. Ha prometido construir 22 refinerías en el mundo y no ha empezado ninguna porque no tiene dinero ni capacidad».

Ricos intermediarios

Pero los que más se benefician con la bonanza petrolera son los intermediarios. Llevan cadenas de oro y costosas camionetas y todoterrenos «Hummer». Compran las viviendas en zonas exclusivas. Son los «boliburgueses». A causa de su ostentación Chávez les ha invitado a entregar 100.000 dólares para los pobres. Pero hasta ahora nadie ha mostrado tal generosidad ni siquiera el autor de la propuesta, quien lleva lujosos relojes de marca y tiene pánico a las multitudes por temor a un magnicidio. Las denuncias sobre corrupción abundan pero de momento no hay nadie preso.

La industria petrolera se ha convertido en el centro de las denuncias de corrupción. El padre José Palmar, periodista del diario «Reporte Económico», declaró en una una interpelación en el Parlamento -dominado por los chavistas tras el boicot electoral de la oposición- que «si dijéramos lo que ocurre en PDVSA Chávez caería». Aunque dice tener pruebas de sus afirmaciones hasta ahora no las ha presentado. Tampoco se han aportado evidencias contra la supuesta corrupción del armador Willmer Ruperto, quien de barrendero pasó en el 2002 a ser el más poderoso onasis venezolano en el transporte petrolero.

Muchos apuntan una crisis inevitable. El historiador Agustín Blanco Muñoz, autor del libro «Habla el comandante», es pesimista a corto y medio plazo. «Es un drama y una tragedia. Vamos directamente al despeñadero».

El vicealmirante retirado Iván Carratú considera que «la dictadura disfrazada de legalidad de Chávez va a enfrentarse a una rebelión social, más temprano que tarde, que va a rechazar la reforma constitucional y no va a permitir la reelección ilimitada del presidente».

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