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Rap del verano

EL macho Camacho, la puta Corea, Asia que nos gana, Asia que nos brea, en Spain se mea aquel mamarracho de la pitorrea a la ecuatoriana. Hierro se cabrea, el fútbol fracasa, se vuelven a casa sin la melopea y encima se pasa el tiempo aznarino de etapa europea. Villar, qué ladino, tan sólo dimite de una cosa sola, cómo se derrite la fuerza española. La FIFA, una rifa, y los triunfos a tarifa.

Lo que fuera ocio ya se ha hecho negocio. Se compra, se vende, se cambia, se expende, se pagan tres mil, diez mil, veinte mil, y gana Brasil. Don Dinero, poderoso caballero, tan pinturero. Si al tuerto lo hace gentil y ablanda al juez más severo, ¿no va a mandar en un pito? Quevedo lo dejó escrito.

Ronaldo hace piruetas, mete goles como soles, se pasa a los caracoles, y vende las camisetas como coles, como setas. Lo ha explicado Alfonso Guerra que tiene boca de sierra: Este famoso Ronaldo saldrá por precio de saldo, porque el pillo Florentino, qué ladino, con sus financieras tretas, se trae a Madrid al Divino porque vende camisetas.

Desgracias, inundaciones, terremotos y tifones. Los ríos, en el desmadre, la Muerte, pálida madre, no se toma ni un resuello, y está con el agua al cuello el mismísimo Dios Padre. Elba, Danubio, Moldava, eso ha sido la caraba. A ríos de días felices se les hinchan las narices y dejan más pobre a Europa, mojada y casi sin ropa.

Y el terrorismo, qué tropa, no descansa ni termina, ni en Vasconia se acoquina, ni en Medio Oriente se afloja. La paz, paloma divina, va volando al ala coja aquí como en Palestina. Y el moro se encalabrina, ya no sólo de palabra. Está para el terapeuta, más grillado que una cabra, y quiere quitarnos Ceuta, y con un abracadabra de mentirijilla, después de Ceuta, Melilla. Con su rabieta infantil, ha invadido Perejil. Cuatro soldados y pico manda hacia allá Federico. Antes del amanecer y con viento de levante, se lleva al moro por delante, y en latín como en castúo, se vuelve al status quo. Luego llegan Batasuna y esa Ley tan oportuna que deja a la banda etarra sin la política garra de la hiena batasuna, que es alimaña importuna y sin matar desayuna.

Y del verano al final llega la boda de El Escorial. Todo me parece bien, el escenario también, que allí se casa la gente tan rica o modestamente. La gente toda, nobles o gurruminos, celebra allí su boda si paga a los agustinos. Bodas, bautizos y funerales son de la vida toda los escoriales. Y no es extraño celebrar esos ritos durante el año. En la boda que digo, la de la hija, lo que importaba un higo es la gente pija. Niña Isabel con su don Miguel, tres lunas lleva de miel, los Albertos, qué despiertos, con su delito tan felizmente prescrito, y en la mano el Banco Zaragozano, y dime de qué y por qué estaba también Fefé. En todo sarao a Fefé siempre, siempre, se le ve, y por dos veces da fe. Viva la remanguillé.

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