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Carlos y Camilla sellan el triunfo de su amor

El príncipe Carlos de Inglaterra, junto a Camilla

No hubo ni beso ni abrazo en público, pero el príncipe Carlos y Camilla Parker Bowles salieron hoy del ayuntamiento de Windsor tomados del brazo y convertidos en marido y mujer, el sueño de su vida.

Con ese pequeño pero significativo gesto, Carlos y Camilla, separados por el rigor protocolario en tantos actos oficiales, confirmaron al mundo el triunfo de un amor que ha sobrevivido más de treinta años a todo tipo de presiones.

El heredero al trono, de 56 años y ataviado con chaqué, y la nueva duquesa de Cornualles, de 57 y rutilante con un elegante vestido color perla, formalizaron su amor en una ceremonia civil celebrada en el ayuntamiento de Windsor (afueras de Londres).

Fue un final feliz para ellos en una historia marcada durante años por el "fantasma" de la difunta princesa Diana de Gales, ex esposa del príncipe.

El largo camino hacia el altar empezó en 1970, cuando un joven Carlos de 22 años quedó cautivado por una tal Camilla Shand, de una familia de alta alcurnia que se codeaba con la realeza, en un partido de polo en Windsor.

Dos años más tarde, los dos jóvenes se enamoraron. El heredero al trono, según su biógrafo oficial, Jonathan Dimbleby, se quedó prendado de Camilla "con toda la intensidad del primer amor".

Ella le recordó al príncipe que su incipiente relación se asemejaba al lío amoroso de su bisabuela Alice Keppel y el bisabuelo de Carlos, el rey Eduardo VII (1841-1910).

Pero la aventura amorosa de los dos jóvenes se truncó en diciembre de 1972, cuando el príncipe embarcó en un buque de la Armada británica para una singladura de ocho meses.

En julio de 1973, Camilla se casó con un antiguo novio, el oficial de caballería Andrew Parker Bowles, con quien tuvo dos hijos, Tom y Laura, si bien se divorciarían en 1995.

Carlos, afligido, escribió en una carta: "Supongo que pasará el sentimiento de vacío". Sin embargo, la llama de ese amor no se apagó y Carlos y Camilla continuaron su estrecha amistad, pese a ser ella una mujer casada.

Fue Camilla, incluso, quien ayudó al hijo de la Reina a escoger como esposa a Diana y no a la hermana de la futura princesa de Gales, Sarah. El 29 de julio de 1982, Carlos y Diana se casaron en la londinense catedral de San Pablo en una boda de cuento de hadas.

Sin embargo, el príncipe siguió frecuentando a su amiga y disfrutando de aficiones comunes como la caza del zorro, pese a su vida de casado. Tras el nacimiento de los príncipes Guillermo y Enrique, la sensación de crisis en el matrimonio real empezó a palparse en el Reino Unido.

La alarmas sonaron en 1992 con la bomba informativa del llamado "Camillagate", la transcripción de una conversación telefónica muy íntima entre Carlos y Camilla. En la grabación, filtrada a los medios por un mano anónima -las malas lenguas hablan del espionaje británico-, Carlos le confesaba a su amante su ardiente deseo de convertirse en su "Tampax".

La comprometedora cinta fue la gota que colmó el vaso, y en diciembre de 1992, el Gobierno británico anunció que el príncipe y Lady Di habían acordado una separación "amistosa".

Isabel II, harta de un escándalo que hizo temblar los pilares de la monarquía, exigió a su hijo el divorcio, formalizado en 1996.

La muerte de Diana, adorada por los británicos, en el trágico accidente automovilístico de 1997 en París, reforzó la imagen de Camilla como culpable del fracaso de su matrimonio.

Frente a semejante hostilidad, la pareja permaneció en la sombra más de un año, mientras la Casa Real orquestaba una cuidadosa campaña de apariciones para "vender" la relación a sus súbditos.

Carlos y Camilla reaparecieron en público en 1998, cuando asistieron a una fiesta de cumpleaños en el Hotel Ritz de Londres, aunque la Reina no reconoció a su futura nuera hasta el año 2000, cuando la invitó a una fiesta en honor del ex rey Constantino de Grecia.

Después, se sucedieron el primer beso en público de la pareja (2001), la presencia de Camilla, por primera vez, en las cuentas oficiales del príncipe y, finalmente, el anuncio de su boda.

Además, la Casa Real confía en que el apoyo popular a la duquesa de Cornualles crezca "en los próximos meses y años, en cuanto la gente comience a conocer" a una mujer "con los pies en el suelo, cálida y amable", dijo hoy Paddy Harverson, secretario de Carlos.

Después de tantas vicisitudes, Carlos y Camilla cumplieron el sueño de su vida en el ayuntamiento de Windsor, no muy lejos de aquel club de polo donde se produjo el "flechazo", hace ya treinta y cinco largos años.

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