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ABC Cultural

La teta, con sangre entra

Sería más fácil extraer petróleo de un cubito de hielo que una mueca lejanamente cómica del cuerpo enterito (y mira que hay posibilidades geográficas) de Vin Diesel. Partiendo de esta premisa, se entiende la empresa titánica de esta película, que se sube al carro de combate de los intentos de dotar de cierta condición interpretativa a los mastuerzos del cine de acción, labor humanitaria donde las haya. Y, siendo la comedia el género unánimemente considerado más difícil, ¿por qué siempre la eligen como cobaya, en vez de algo más asequible como un Ibsen o un Beckett? Así salen engendros como Schwarzenegger embarazado, Stallone con madre o The Rock perdiendo aceite esta misma semana.

El caso es que tenemos al tal Diesel como superagente especial con el depósito muscular lleno, en la tarea de cuidar y amamantar con sus pectorales cañoneros a una cuadrilla de niños más bien ñoños y pijos, de esos que invitan a galletas a sus jóvenes castores o ensayan a escondidas «Sonrisas y lágrimas» (ortopédico guiño aprovechando el paraguas de Mary Poppins, auténtico gurú del filme). Así, con Herodes de vacaciones, el catálogo de chistes con pañales sólo funcionarían en algún Lunni despistado que se cree que el Coco es de Corea del Norte (tal vez tenga razón), a pesar de que ciertas escenas de corre que te pillo están logradas. Y como lo mejor de la velada es la secuencia mamporrera donde Diesel despliega su arsenal «hematomático», acabamos echando de menos la inminente secuela de «xXx», algo que, suponemos, no era la intención de los productores. ¿O tal vez sí?

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