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Vertebrar y proteger

El Ministerio de Medio Ambiente presentó ayer el trazado definitivo del trasvase del Ebro que recoge sustanciales variaciones en el proyecto original, no en su espíritu sino en su ejecución. Estas modificaciones tienen una clara orientación medioambiental al perseguir la salvaguarda de zonas de especial protección a las que estarán vedadas las obras que se acometan para llevar el agua hasta la España seca. Ya se ha apuntado aquí que el Plan Hidrológico Nacional es algo más que una necesidad, es casi una premisa directamente ligada a la vertebración de España, al necesario principio de la solidaridad entre quienes forman parte de lo mismo. El Ebro recogió el año pasado un total de 18.635 hectómetros cúbicos de agua en su cauce, de los que más de 12.000 terminaron vertidos en el mar. Cuando el Levante español (sus tierras y, si no se corrige, sus gentes) presentan un estado de sed aguda, el salar tal cantidad de hectómetros supone un dispendio incomprensible. Detraer de esa cantidad de agua que termina en el mar poco más de mil hectómetros cúbicos -tal como propone el PHN- no parece un desvarío, siempre que se garanticen las necesidades de las «zonas donantes» y las carencias históricas que éstas mantienen. Ambos requisitos están recogidos en el Plan elaborado por el Departamento que dirige Jaume Matas.

Dentro de dos días Barcelona acogerá una nueva manifestación contra el PHN a la que muy probablemente se sumarán muchos socialistas de Aragón y buena parte de los de Cataluña. No deja de ser ésta una buena oportunidad para su reencuentro, pues no hace mucho en Bruselas y Ferraz el PSOE quedó dividido milimétricamente por la mitad en este asunto. Estábamos acostumbrados a que los socialistas de la «España seca» dijesen exactamente lo contrario que los de la «España húmeda». Tras el rocambolesco episodio ocurrido en el Parlamento Europeo, en el que el Grupo Socialista (y no todo, la corriente maragallista hubo de distinguirse de nuevo) terminó votando contra su propia enmienda, el desconcierto es malamente reversible.

Y en este panorama de «hoy sí, mañana no, pasado tal vez y en el futuro de ninguna manera», el PSOE debería reflexionar (el Gobierno ya ha variado parte del proyecto para blindar espacios naturales protegidos) sobre su estrategia de oposición. Hasta hace bien poco, y aunque con argumentos sencillamente rebatibles, la única evidencia es que los socialistas estaban en contra del Plan elaborado por el Ejecutivo; ahora los ciudadanos no tienen claro ni eso.

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