Yo fui otro ciclista atropellado
Tengo el honor de ser un miembro más del numeroso grupo de ciclistas atropellados que, haciendo uso del derecho a circular en bici, y cumpliendo las exigencias que el código de circulación nos impone, fui arrollado por un coche porque su conductora «se despistó y, con el reflejo del sol, no me vio». Eso sí, formo parte de la sección «aún podemos contarlo». Por suerte, el bordillo «se situó» un poco más a la derecha de lo que mi espalda-tren de aterrizaje eligió para tomar tierra. Tendido sobre la acera, la bici hecha un ocho, el material del trabajo por la calzada, las gafas hechas añicos..., recordaba el anuncio del ciclista atropellado y ahora es paralítico. ¿De qué sirven dos o tres campañas de «concienciación» al año frente a los anuncios permanentes sobre las posibilidades extraordinarias (agresividad, libertad, potencia...) que encierran los coches? ¿De qué sirve una educación vial que pivota en torno al respeto al coche y no a la presencia del peatón?, ¿nadie se da cuenta de que esta plaga que mata cientos de personas al año, atasca las ciudades a diario, ensucia el aire que respiramos y hace nuestra vida más miserable?; ¿de qué sirve que los políticos pretendan equipararnos a Europa, dónde las bicicletas se imponen en los desplazamientos urbanos y aquí estén relegadas a los osados que nos atrevíamos a desafiar al tráfico?; ¿de qué, que el alcalde de mi pueblo comenzara un carril-bici hasta la estación de tren (trayecto en el que fui atropellado), alharaca electoralista, y hoy aún siga inconcluso?
Me sosiego; prescripción facultativa. He puesto la denuncia. Confío (?) en que la Justicia me ayude a recuperar los bienes materiales perdidos. Aquellos otros que tanto aprecio, como volver a montar sin miedo, disfrutar del buen tiempo pedaleando suave, subir a «mi peque» en su sillita para que viaje conmigo..., me temo que me los han arrebatado por un tiempo. Y convencer a la compañía de seguros y a un juez que esta es una pérdida muy lamentable (no tanto como la vida, por supuesto) es ardua tarea. Me uno al dolor de todas las familias que han visto perder a uno de los suyos, ciclista, por «despistes», «errores» o «imprudencias».
Miguel Ferrero Nalda.
Majadahonda (Madrid).
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete