ENTREVISTA
Cristina Cánovas y Diego Aguilar tras ganar la estrella Michelin en Palodú: «Seguiremos cocinando para Málaga y los malagueños»
Emocionados y rodeados de amigos y familia, Cristina Cánovas y Diego Aguilar celebraron el triunfo de la noche anterior en la que recibieron su primera estrella Michelin
Palodú consigue su primera estrella Michelin en Málaga: así es la cocina dual de Cristina Cánovas y Diego Aguilar
Cristina Torres
Málaga
La resaca emocional de una estrella Michelin no se parece a ninguna otra. Aún menos cuando el premio llega en tu propia ciudad, la misma donde aprendiste a cocinar, creciste profesionalmente y levantaste —literalmente a cuatro manos— un proyecto que nació humilde como un ... gastrobar y hoy ya forma parte del firmamento gastronómico español.
La mañana del 26 de noviembre, pocas horas después de la gala celebrada en Málaga, Palodú abría sus puertas con otra luz. Un restaurante acostumbrado al silencio de las horas previas al servicio se convirtió en un pequeño punto de encuentro para familia, amigos y prensa. El sonido de los flashes y los micrófonos de los periodistas convivían con abrazos, risas nerviosas y teléfonos que no paraban de sonar. Tres generaciones, desde sus madres hasta su hijo celebraron con el ellos el triunfo.
Y una pregunta muy repetida: «¿Qué se siente al oír tu nombre en la gala Michelin? «Muy felices, muy felices», decía Diego Aguilar casi sin terminar de procesarlo. A su lado, Cristina Cánovas asentía aún con los ojos brillantes: «Una emoción inmensa, no me salían las palabras».
La pareja vivió un día de vértigo: gala, celebración, casi nada de dormir y, a la mañana siguiente, la sensación surrealista de haber cruzado una frontera. «Claro, es que te levantas por la mañana y de repente… ¡Ostras, tengo una estrella Michelin!», comentábamos. Cristina sonreía, entre incredulidad y alegría pura: «Todavía no somos conscientes, de verdad. No sabemos qué va a pasar porque nunca hemos tenido una estrella… Ahora toca disfrutarlo y hacerlo con todo el equipo, porque se lo merecen».
Y el equipo es, precisamente, uno de los pilares de Palodú. Nueve personas que sostienen un restaurante de apenas 24 plazas y que han visto cómo, en cuestión de horas, las reservas se han disparado hasta completar el año. «Creo que no se valora lo suficiente la sala y yo estoy muy orgullosa de ella», reivindica Cristina. «Al final, cuando tú vienes a un restaurante, el cariño con el que te tratan desde que cruzas la puerta es maravilloso. Nuestro equipo es increíble».
La noche anterior fue un torbellino. El calor de la comunidad gastronómica malagueña, los aplausos, los abrazos entre compañeros… «Ha sido… es que no tenemos palabras. Ha sido muy emocionante. Eso se te queda en el corazón», resume Cristina, aún abrumada por la cantidad de mensajes recibidos. Diego completa el momento relatando lo vivido «Entrar en WhatsApp y ver mil personas escribiéndonos… una locura».
Un reconocimiento que llega en un año histórico para Andalucía
La estrella Michelin de Palodú se suma a un año especialmente importante para la comunidad: cinco nuevas estrellas en total, con Mare (Cádiz), ReComiendo (Córdoba), Ochando (Sevilla) y Faralá (Granada) como nuevos miembros del club. Málaga añade además dos nuevos Bib Gourmand, Base9 y El Chiringuito.
En ese contexto, que Palodú brille en su propia ciudad, en la gala celebrada justamente en Málaga, tiene un significado especial. Es un triunfo para el proyecto, sí, pero también para la escena gastronómica malagueña.
¿Y ahora qué?
Pregunto por el futuro, por ese vértigo que llega después del éxito. Cristina lo tiene claro: «Seguir trabajando. No queda otra, pero con más ilusión todavía».
Y Cristina, fiel a esa cocina que mezcla sensibilidad, memoria y compromiso con Málaga, mira hacia adelante sin perder el norte: «Que venga todo el mundo a probar nuestra casa y seguir dándole el mismo cariño que damos siempre. Seguiremos cocinando para Málaga y los malagueños».
El día después de una estrella no hay descanso. Hay emoción, responsabilidad y una certeza: Palodú, aquel sueño que nació en La Cónsula hace más de diez años, ya juega en otra liga. Pero lo hace sin perder lo que lo hace único: su raíz malagueña, su equipo y una cocina que habla en voz baja… pero llega muy lejos.
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