Otro flamenquín es posible: algunos de los mejores flamenquines «diferentes» de Córdoba

Abierto hace unos meses al lado del Hotel Center, es una apuesta decidida por la fusión ya desde el nombre, que significa precisamente fusión en hebreo. El plato estrella es un flamequín de pluma ibérica y con queso edam con el toque del responsable del lugar, Rafael Conde, que estuvo los últimos años trabajando en Bodegas Mezquita hasta que se lanzó con este establecimiento en el que vuelca todo lo aprendido en sus trabajos anteriores por toda España.

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Es este establecimiento se toman multitud de recetas de toda la vida dándole una vuelta de tuerca. Y si el salmorejo es de naranja con bacalao ahumado y nieve de queso, podemos imaginar que el flamenquín también va a ser algo inespeado. Efectivamente, en este caso tenemos a un flamenquín de pollo con jamón ibérico y mahonesa de perejil. El lomo de cerdo se deja por algo más ligero en un lugar que favorece compartir plato o probar varios.

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El restaurante-escuela de Cáritas ha pasado por diversas etapas. En la primera había una cocina vanguardista, en la segunda una apuesta por la comida tradicional cordobesa. Tras abrir de nuevo sus puertas la pasada semana nos encontramos con muchas opciones de pescaíto, pucheros y arroces. Pero también con el punto imaginativo de su cocinero, David Plaza. Y lo vemos en el flamenquín de ternera relleno de queso roquefort y espinacas.

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Este restaurante apuesta por la tradición y también por transformar algunos de los platos cordobeses. Es el caso que nos ocupa. Y lo cambia desde su nombre, al que nombra rey: el flamenking. El cocinero Julio Pérez de presa, pimiento y queso cheddar. La presa favorece que esté más tierno y jugoso en palabras del chef.

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El restaurante más informal de Periko Ortega ofrece un flamenquín que procede de El Recomiendo, íbamos a decir que su restaurante más serio, pero este adjetivo no se le puede aplicar a un cocinero caracterizado por la creatividad desbordante. Y así el interior más tradicional de lomo ibérico, jamón y panceta ibérica aparece envuelto en la masa propia de un rollito de primavera: es el flamenquín-rollito.

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En este caso la apuesta por un flamenquín distitnto es doble. Por un lado ofrecen el flamenquín de presa con crema de boletus y por otro una variación que va un punto más allá: el flamenquín de pez espada relleno de langostinos y calabacín. Este último está pensado para vegetarianos y veganos.

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Y si algunos restaurantes apuestan por dos flamenquines distintos, El Aura se cura en salud ofreciendo tres, pero incluido el tradicional, en una tabla de mini-flamenquines con otras dos opciones: rabo de toro y queso azul. De esta manera se puede contentar a todo tipo de paladares convirtiendo además al flamenquín en un aperitivo o entrante excelente.

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Este restaurante que ha conseguido recientemente un Sol Repsol apostó desde hace mucho por un flamenquín muy personal. Está hecho con jamón, papada, queso, tortilla, ajo y perejil. El establecimiento se caracteriza por optar en ocasiones por las recetas de la abuelas pero en otras, ya lo vemos, por la novedad partiendo de una base de cocina de siempre.

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El restaurante con uno de los nombres más cordobeses de la ciudad sin embargo «descordobesiza» algunos de los platos típicos. Y así una de sus recetas más conocidas es la del flamenquín de queso y trufa. Por supuesto, y fieles igualmente a su nombre, también ofrecen el tradicional.

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